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Estampa ibérica del garrote vil.
Valencia

La cruel herramienta del verdugo

La pena de muerte indolora no existe pero Estados Unidos sigue buscando un método ‘limpio’ de ejecución

PEDRO RODRÍGUEZ

Domingo, 24 de diciembre 2006, 04:14

Ángel Nieves Díaz, un convicto asesino puertorriqueño ejecutado la semana pasada en Florida, es el último ejemplo de la irónica dificultad que representa la pena capital en EE.UU. a la hora de cumplir con el orden constitucional que prohíbe la aplicación de castigos crueles e inusuales. Al no serle colocada debidamente la sonda para recibir su triple inyección letal, el reo tuvo una dolorosa agonía de 34 minutos, más del doble de lo habitual, y requirió una segunda dosis. Avergonzado, el gobernador Jeb Bush se vio obligado a ordenar una revisión a fondo de la pena de muerte en Florida. Una decisión que coincide con una moratoria similar en California por parte de un magistrado federal que dictaminó que las actuales y chapuceras prácticas de inyección letal pueden generar un dolor inaceptable. Un repaso al catálogo de alternativas disponibles no ofrece muchas garantías de encontrar “soluciones humanitarias”.

El garrote

Con una prolija inventiva, la historia de la humanidad presenta un despliegue casi enciclopédico sobre los métodos utilizados para aplicar sentencias de muerte. Desde la cicuta clásica hasta el ibérico garrote vil pasando por la revolucionaria guillotina. Sin olvidar toda clase de desmembramientos, las bíblicas crucifixiones, la hoguera, enterramientos en vida, aplastamientos, apedreamientos, empalamientos, e incluso la utilización de animales exóticos y letales. Todos desechados por bárbaros y cruentos.

La horca

Aunque hasta el final del siglo XIX fue el método primario de ejecución en Estados Unidos, el ahorcamiento figura ahora como una alternativa marginal. Para evitar la posibilidad de largas agonías o decapitaciones, el reo debe ser pesado y medido para determinar la distancia óptima de caída en el patíbulo que asegure un rápido desenlace. De acuerdo con las directrices establecidas, la sogadebe ser hervida y estirada para reducir elasticidades. De igual manera, el nudo debe ser lubricado para facilitar su ajuste al cuello del reo.

Cámara de gas

Bajo la inspiración de las nuevas armas químicas utilizadas en la Primera Guerra Mundial, el estado de Nevada empezó en 1924 a experimentar con el gas de cianuro. Para evitar filtraciones letales, se optó por la construcción de especiales recintos metálicos. Aunque este método ahora también es marginal, en el sistema penal de EE.UU, una ejecución de este tipo implica que el preso sea amarrado a una silla dentro de la cámara de ejecución con un monitor cardiaco adosado. Debajo de la silla se encuentra un balde con ácido sulfúrico. El verdugo acciona una palanca que descarga cristales de cianuro de sodio, lo que desencadena una reacción química que produce gas de cianuro. Al reo se le aconseja que respire profundamente para acelerar el proceso.

Fusilamiento

De los métodos de ejecución utilizados en EE.UU., el fusilamiento es el menos habitual. Normalmente, dentro de un recinto cerrado el reo es colocado en una silla con múltiples cinchas de cuero. La silla tiene debajo una bandeja para recoger fluidos y es rodeada de sacos terreros para evitar que las balas reboten.

Con ayuda de un estetoscopio, se determina la posición del corazón y sobre el objetivo se coloca un trozo circular de tela blanca que destaca sobre el uniforme azul oscuro del ejecutado. A unos seis metros de distancia, el pelotón de fusilamiento suele estar formado por cinco funcionarios voluntarios dotados de rifles del calibre 30 con una sola bala. De forma aleatoria, a uno de ellos se le asigna una carga de fogueo. En condiciones óptimas, el ejecutado muere como resultado de la masiva pérdida de sangre causada por la ruptura del corazón o el desgarramiento de los pulmones.

Silla eléctrica

En la constante búsqueda de alternativas para la pena capital, el Estado de Nueva York construyó la primera silla eléctrica en 1888. Método rápidamente copiado por otras jurisdicciones, pero ahora solo utilizado en Nebraska.

Un electrodo con una esponja mojada en una solución salina es aplicado en el cráneo. Un segundo electrodo es ajustado a la pierna derecha del preso. Al recibir la señal, el verdugo suministra al preso un ciclo de descargas de 2.300 voltios durante ocho segundos, 1000 voltios durante veintidós segundos y 2.300 voltios durante ocho segundos. Si no muere, el procedimiento se repite hasta culminar la ejecución.

A veces se registran movimientos violentos de las extremidades, defecaciones, hinchazón, hemorragias y olor a quemado.

Inyección letal

Con la reintroducción de la pena de muerte por el Supremo de EE. UU. en 1976, Oklahoma se convirtió en el primer estado en adoptar este método de ejecución que paulatinamente se ha convertido en la opción prevalente.

Durante este procedimiento médico, en el que no participan doctores, el reo, sujetado a una camilla, recibe a través de una sonda en el brazo un triple cóctel mortal compuesto por un barbitúrico, un relajante muscular y cloruro de potasio para detener el corazón. Si las dosis no son aplicadas correctamente, el resultado es una prolongada y dolorosa agonía.

El futuro

Ante las múltiples dudas y querellas planteadas ahora por el método de la inyección letal que, eventualmente, tendrán que ser dirimidas por el Supremo, especialistas médicos están apuntando alternativas para reducir el riesgo de sufrimientos innecesarios. Hasta Jay Chapman, el doctor que diseñó hace 30 años el primer protocolo adoptado en Oklahoma, ha indicado que ahora recomendaría otro método. En general, estas sugerencias apuntan a la utilización de una plácida pero masiva sobredosis de barbitúricos, el método usado por veterinarios para la eutanasia de animales.

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