Los liberadores del Papá Noel trepador

La escena que se contempla en nuestras ciudades con las fachadas llenas de muñecos trepadores de Papá Noel se está modificando en algunas localidades de la Comunidad Valenciana que los han sustituido por los Reyes Magos. Los que han colocado a los Reyes han decidido ponerlos solos, es decir, sin camellos ni pajes pues, de lo contrario, cada fachada se hubiera convertido en una “manifa” vertical llena de gente.

Aun así, la cosa no mejora porque la pose es poco apropiada para sus majestades que deben reivindicar esa condición real como la única que les distingue de los demás. La de extracomunitarios y la de magos ya la comparten con Papá Noel, San Nicolás, Santa Claus y hasta Harry Potter.

Es una magia, la de los Reyes, que los niños no terminan de creer. De hecho, como son más listos que los mayores, lo saben y disimulan.

Yo misma empecé a sospechar algo raro cuando un año me planteé, viendo la cabalgata frente a Correos, cómo era posible que les diera la carta allí mismo y esa noche me trajeran lo que les había pedido. ¿No acababan de llegar de tierras lejanas con los regalos a lomos de camellos?

Desde entonces decidí pensar solo de cuando en cuando para no llevarme más disgustos.

La cuestión es que otros listos de la cosa “nadalenca”, tras hartarse de ver muñecos trepadores, han iniciado su “liberación” robándolos de los balcones y dejándolos en parques cercanos de la ciudad.

Ha ocurrido en Italia y sus promotores, al estilo de los liberadores de enanos de jardín en Francia, alegan que Papá Noel visita a quienes han sido buenos y no debe ser obligado a entrar en una casa a la fuerza.

Tienen razón. El trepador es una incitación no ya al delito, como algunos alegan, sino a la coacción pues ¿cómo explicar a los vecinos que, después de un mes intentando entrar en una casa, el señor de rojo no ha dejado nada de nada?