Año de malos, año de palos
M.ª JOSÉ POU AMÉRIGO
Domingo, 31 de diciembre 2006, 05:05
Adelgazar, aprender inglés, ir al gimnasio y dejar de matar. Esta bien podría ser la lista de buenos propósitos de un terrorista en una noche como la de hoy o, al menos, eso pensábamos tras la rueda de prensa que dio ZP al terminar el pasado Consejo de Ministros.
Sin embargo, ETA ya ha demostrado que quizás pierda unas tallas, aprenda a decir patria vasca in english y refuerce sus bíceps y tríceps, pero lo de dejar las armas no entra en su relación de buenas intenciones para el 2007. Sobre todo porque no las tiene ni las ha tenido nunca.
Si pudiéramos guiarnos por el final de un año para pronosticar el siguiente, tal y como hace el refranero popular con el invierno de nieves que anuncia un año de bienes, quizás nos entristecería aún más la jornada de ayer.
Si existiera ese refrán que anunciara cómo va a ser un año según acaba el anterior, ese sería año de malos, año de palos porque ayer fue un día protagonizado por demasiados criminales.
Uno de ellos fue relevante por su muerte, Sadam Huseín, pero también entran en el grupo quienes la llevaron a cabo pues, hicieron pagar, como dijo la Santa Sede, los crímenes de Sadam con otro crimen, su ejecución.
Junto a ellos, hay otros criminales habituales que cometen accidentes mortales. Es la especie autóctona peninsular y el cochebomblés es el único idioma que conoce.
Ambos crímenes conforman ese final de año de malos que, inevitablemente, traerá un año de palos tanto en Irak como en España. En la patria de Sadam, su muerte puede ser el detonante definitivo de la guerra civil y, en España, la bomba de ayer, los coletazos sangrientos del final de ETA.
Ninguno pronostica un año de paz sino, al contrario, un recrudecimiento de la violencia. La única esperanza es que ZP haya terminado su máster en negociación con terroristas, como ya hicieron González y Aznar. Y esperemos que, además, haya aprendido algo.
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