![El Valencia acaricia la Champions](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/pre2017/multimedia/noticias/201508/20/media/87693822.jpg)
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Juan Carlos Villena
Jueves, 20 de agosto 2015, 00:09
Si el Valencia certifica su clasificación para la Champions el próximo martes en Montecarlo habrá escrito el capítulo de más sufrimiento en su historia en esta competición. Todo lo vivido hasta anoche para llegar a ella ha sido un drama cargado de nervios, comenzando por el gol de Alcácer en Almería que evitó el desastre y abrió el camino a la previa y acabando por los dos tantos de Parejo y Feghouli que borraron de un plumazo las nubes que estaban sobrevolando anoche Mestalla. Tras el empate del Mónaco, la tensión se cortaba con un cuchillo en el estadio. El fantasma de Otamendi apareció reflejado en el mal despeje de Vezo que acabó con el gol de Pasalic, mientras Nuno volvía a comprobar que su idilio con la grada no pasa por su mejor momento, con fuertes pitos a sus cambios. El escenario, irrespirable, saltó por los aires con los goles del capitán y el argelino. Así es la Champions, una divina comedia en la que es imposible mantenerse pegado al asiento. El guión de los últimos minutos se lo merecía la afición, que llenó de pasión todo lo que rodeó a la vuelta del balón de las estrellas a Valencia. Se merecían una alegría, y aunque el juego del equipo de Espírito Santo dejó las mismas dudas que en pretemporada, la realidad es que el 3-1 acerca un poco más a los valencianistas a la fase de grupos.
La ida de la previa dio tantas vueltas como cambios realizó Nuno en el dibujo durante el mismo. Su equipo comenzó jugando con el 4-1-4-1, con De Paul jugando con libertad como en el partido ante la Roma. Tras el cambio, con bronca general, del argentino para la entrada de Piatti se pasó al 4-4-2, al 4-3-3 tras el cambio de Alcácer por Javi Fuego para dejar a Rodrigo como referencia ofensiva y de nuevo al 4-4-2 en los últimos minutos tras la entrada de Negredo por un Enzo Pérez que salió cojeando del césped tras un despliegue físico brutal. Cuatro sistemas en uno que valen un primer paso hacia la Champions. Bienvenido sea ese sufrimiento si se remata la faena en el Louis II.
La sensación general en el estadio al final de la primera parte es que el equipo de Nuno había desaprovechado una oportunidad de oro de lanzar un golpe al mentón de su rival. Ni el mejor guión soñado antes de un partido se escriben renglones como los que se vivieron sobre el césped en los cuatro primeros minutos del partido, por entonces el Valencia ya estaba por delante en el marcador al marcar unos de sus goles más rápidos desde que disputa la Champions y el cerebro del Mónaco, Bernardo Silva, ya había recibido la amarilla. Rodrigo aprovechó a los cuatro minutos una asistencia sideral de Feghouli, el mejor de largo del Valencia anoche, que voló para dejar de cabeza el gol cantado a su compañero tras la pasividad de los dos centrales del conjunto monegasco. Jardim no se lo podía creer, mientras que Nuno no paraba indicar a sus futbolistas que siguieran con la presión. Pero su equipo, tras disponer de dos buenas ocasiones, se fue desinflando a medida que pasaban los minutos.
La primera parte de la hoja de ruta se había cumplido a la perfección. El Valencia aprovechó el agujero defensivo que provocó la baja de Kurzawa y la borrada de Abdenour, el Otamendi de los monegascos. Las dos piezas clave del entramado defensivo del equipo del Principado, junto a Carvalho, evidencian el descosido en la retaguardia del Mónaco. Aún así, en el tramo final del primer tiempo las dos mejores ocasiones de gol fueron para el conjunto visitante. Apareció por primera vez la 'mano de Ryan'. Un buen motivo para celebrar el debut del portero australiano en partido oficial con la elástica valencianista. A los 32 minutos de partido, Silva se marchó de la marca de Vezo aprovechando un desajuste creado por Gayà, y su disparo lo desvió lo suficiente Ryan para que el palo derecho de su portería hiciera el resto. Un aviso en toda regla que provocaron los primeros pitos de la grada. No serían los últimos antes del descanso, puesto que Martial heló el corazón de todo el valencianismo al marcar un empate... anulado por un fuera de juego de un milímetro.
El inicio de la segunda parte no cambió el panorama, hasta que llegó el mazazo de Pasalic. Martial, inmenso durante todo el encuentro, se marchó de Barragán en un palmo de césped para centrar un balón con veneno que despejó Vezo a los pies del croata. El ex del Elche no desaprovechó el regalo y puso el 1-1. Mustafi sacó los galones para arropar al portugués, puesto que si de algo no tiene culpa el joven central es de lo mal que se ha gestionado la salida de Otamendi. Parejo, con su primer gol en Liga de Campeones, calmó los nervios de la grada, que también habían comenzado a pitar al capitán, con un gol que llegó tras un buen centro de un Piatti recién salido y con la colaboración de Wallace. El central fue un valencianista más durante el partido. Su ayuda fue impagable, le deberían de sacar un abono en la Curva Nord para agradecer sus servicios.
El Mónaco se sobrepuso al gol del Valencia, y Ryan volvió a salvar el empate con otro paradón a veinte minutos del final. Las crónicas hoy glosarán los goles de Parejo o Rodrigo, pero si el conjunto de Mestalla está un pasito más cerca de la Champions es en buena parte gracias a las intervenciones del australiano. Tras su frustración ante la Roma, Ryan se llevó su merecida primera ovación. La entrada de Negredo le dio al Valencia ese mordiente final que necesitaba el equipo. Mestalla idolatra al vallecano, y ese subidón de adenalina también en la grada acabó con el gol de Feghouli a cinco minutos del final. Ahora toca rematar el próximo martes, puesto que el Mónaco demostró ayer que no se va a rendir. Como el valencianismo.
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