Valencia, la ciudad de los cinco trinquetes

En la segunda mitad del siglo XIX, a falta de fútbol, tres deportes se hicieron altamente populares entre los valencianos: el tiro de pichón o de gallina, las carreras de velocípedos y la pelota, en sus modalidades valenciana o vasca. Un elemento las ataba con fuertes lazos: la emoción de las apuestas. Y si de pelota hablamos, ahora que está en peligro la supervivencia del de Pelayo, es la afición de los valencianos la que hizo posible que en la ciudad hubiera al menos cinco trinquetes funcionando a la vez.

La existencia de trinquetes en la Valencia foral no necesita ser probada ya que persiste en el callejero: la calle del Trinquete de Caballeros nos habla de una práctica deportiva arraigada que gustaba a la vez a los nobles y a los plebeyos. Porque el pueblo, para jugar, necesitaba poco más que la calle y una pelota razonablemente bien atada. No hay pistas sobre el lugar exacto donde estuvo el trinquete; pero sí se habla de él en uno de los 'Diálogos' de Luis Vives, donde los personajes comparan el juego a la valenciana con el que se practicaba entonces en París.

De los trinquetes contemporáneos el de Pelayo, ahora en riesgo, fue el primero en fundarse. Nació al 20 de agosto de 1868 en la calle de Pelayo, cuando esta no era más que un proyecto sobre la huerta. Porque las calles de Bailén, Pelayo y Convento Jerusalén son bastante posteriores y obedecen, sobre todo, al influjo del traslado de la estación del ferrocarril a su emplazamiento actual, que es de 1917. Consta que su fundador se apellidaba Benet, que también tenía un juego de 'tiro de gallina'.

La época dorada del Trinquet de Pelayo hay que situarla en la posguerra, con la presencia del empresario González Mataix, que tenía almacén de vinos y aceites en Guillén de Castro; a partir de 1947, cuando se hizo cargo de la empresa Silvestre Segarra, el potente empresario del calzado de la Vall d'Uixò, que reformó a fondo las instalaciones, como haría en 1976 Arturo Tuzón, que hizo previsión de cubrir la pista.

Los trinquetes valencianos no solo han sido escenario del habitual juego de pelota. En LAS PROVINCIAS hay numerosas pistas de las actividades de todo tipo que se desarrollaron en el de Pelayo: desde combates de boxeo amateur, en los años treinta, hasta mítines políticos, un trinquete servía para todo lo que la gente quisiera ver y oír. Los mítines del republicano Rodrigo Soriano eran proverbiales tanto en el Pelayo como en el Jai-Alai.

Este último, dedicado a la pelota vasca y sus modalidades, fue inaugurado el 11 de marzo de 1893, en las inmediaciones del Paseo de la Soledad, en la Alameda. Ha venido funcionando hasta el año 2005 en la calle Músico Peydró cerca de donde estuvo la sede de LAS PROVINCIAS, en la Alameda. Los mítines fueron también su espacialidad pues era un local de mucha capacidad.

Otro precioso espacio de juego de pelota perdido en Valencia es el que construyó en 1933 el arquitecto Javier Goerlich en la calle General Sanmartín, 9. El Frontón Valenciano se inauguró en el otoño de ese año y contaba con mejor diseño y más comodidades para el público que los anteriores. También funcionó en Valencia, durante muchos años de éxito, el frontón Chiqui, situado en el paseo de Ruzafa, que se distinguía por su elegancia. Y en las crónicas de finales del XIX y principio del XX se menciona el frontón de Juan de Mena (1877), que más tarde se convirtió en el Cine Versalles, especialmente activo en el barrio del Botánico durante los años cincuenta y sesenta.