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Estudio 3 en el momento del apagón. :: txema rodríguez
El día que salté la valla para ser testigo del cierre de RTVV
YO LO CONTÉ

El día que salté la valla para ser testigo del cierre de RTVV

La Generalitat cortó la señal de la radiotelevisión pública valenciana el 29 de noviembre de 2013

Marta Hortelano

Sábado, 11 de julio 2015, 23:51

El 29 de noviembre de 2013 salté por primera vez una valla para colarme en un edificio público. El centro de producción de programas de RTVV en Burjassot estaba blindado por la policía, que velaba por que el apagón de la cadena pública se pudiera hacer correctamente. Horas antes, el Gobierno dirigido por Alberto Fabra había firmado un decreto que aparecía en el Diario Oficial con nocturnidad. Poco después, Radio Nou se quedaba muda. Yo estaba en casa, recuerdo que recién metida debajo del edredón, y revisando Twitter antes de domirme. Leímos que habían cortado la emisión de la radio y que los trabajadores pedían ir a la sede de la tele ante el miedo a que pasara lo mismo en cualquier momento. Ni se me pasó por la cabeza ir a Burjassot. Nunca antes había tenido interés por la programación de la cadena pública, más allá de seguir las peripecias de mi amiga Ana en los distintos programas a los que puso cara antes de acabar desterrada (con éxito) en una cadena nacional. Pero esa noche era imposible despegarse del ipad, desde donde seguí el programa especial. Ahí conocí a Paco Telefunken y vi a los amigos Gernar Martí y Rafa Molés hacer sus últimos directos. A eso de las 5 de la madrugada, caí roque. Me desperté temprano y antes de desayunar recibí una llamada del periódico. «Vete corriendo a la tele que la van a cerrar». Me fui volando a Burjassot, pero enseguida me di cuenta de que en la puerta no había nada que contar y la entrada estaba prohibida. Así que con ayuda de otros compañeros busqué una valla en la parte trasera del centro de producción desde la que colarme en el edificio. Recuerdo que ese día llevaba falda. Y que el compañero Carlos Aimeur, que ya estaba dentro, me ayudó a bajar al patio de la tele. Tuve moratones en las piernas durante dos semanas tras aquel salto. Pero pude vivir de primera mano cómo Babalà dejó de ladrar. Cómo Núria Tirado, del equipo de Societat Anònima se llevaba en una caja el gato chino que servía de mascota al programa. O cómo Vicent Mifsud ponía calma entre los compañeros y orquestaba el programa final, con todos en el estudio 3. Y desde allí, detrás de las cámaras, viví el apagón. A las 12:19 vi por última vez a Genar hablar con la policía desde una de las teles del plató. Y a esa hora se cortó la señal. Se apagaron las luces y se hizo el silencio. Yo lo conté desde mi teléfono móvil.

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