J. A. MARRAHÍ
Lunes, 18 de junio 2012, 15:21
Con la construcción hundida, contrataciones bajo mínimos y los subsidios por desempleo consumidos o al borde de su fin ya son muchos los que han optado por cruzar el límite. Las últimas cifras de delincuencia muestran un repunte en los robos en casas de la Comunitat. El año pasado los hurtos aumentaron un 4% y la inseguridad en el campo se ha recrudecido en lo que va de año. Los expertos creen que se debe, en parte, a una gran masa de pequeños delincuentes en busca de dinero en metálico, materiales de fácil venta, como el oro o el cobre, e incluso productos para subsistir con el hurto en supermercados.
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Según fuentes policiales consultadas por LAS PROVINCIAS, parte de esa delincuencia nacida de la crisis está formada por inmigrantes «que antes trabajaban en la construcción o en el campo y ahora buscan caminos ilegales como alternativa para subsistir». También aparecen españoles sin empleo que caen en delitos de estafa a aseguradoras, pequeños robos o incluso trapicheo como salida. Se aprecia un aumento de primeros fichados, aquellos que son arrestados por primera vez y que, por tanto, carecían de antecedentes policiales.
En general, la tasas de criminalidad ha descendido en la Comunitat Valenciana desde que comenzó la crisis. De los 63 delitos por cada 1.000 habitantes que marcaba 2008 hemos pasado a 55,6 en 2011. Sin embargo, hay una serie de infracciones que van a más.
Es el caso de los robos con fuerza en viviendas, tanto en ciudad como en urbanizaciones. Según Interior, han crecido casi un 30% en la Comunitat en el primer trimestre del año. Entre enero y marzo se produjeron 6.611 robos con fuerza en domicilios. Cada 20 minutos, un ladrón asalta una propiedad ajena en tierras valencianas y se producen una media de 30 atracos al día.
Aunque se han frenado en el primer trimestre de 2012, los hurtos experimentaron el año pasado un crecimiento del 4%. Según el último balance de criminalidad hubo 89.000 hurtos al año entre delitos y faltas, unos 245 diarios.
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La Confederación de Empresarios del Comercio Valenciano (Cecoval) se reunió en mayo con representantes de Prosegur para abordar un refuerzo en la seguridad. El vicepresidente de la entidad sostuvo entonces que los robos en locales «se han multiplicado a raíz de la actual crisis económica». La presidenta de la confederación matiza, no obstante, que la situación varía en función de los sectores. Los joyeros valencianos, por ejemplo, no perciben un incremento importante de los robos, como indicó su presidente, Antonio Romero. Pero los perfumistas sí. «Los hurtos han ido a más y tenemos que tener un cuidado exquisito para que no nos roben», destaca Antonio Morell, presidente de la Asociación Valenciana de Drogueros y Perfumistas.
«Hay compañeros a los que les han entrado a robar hasta tres veces en un mes», destaca Morell. La víctima a la que se refiere es Vicente, un comerciante de la avenida Doctor Waksman que se puso alarma tras la primera visita de los ladrones en mayo. «No sirvió de nada y los ladrones volvieron», lamenta el responsable de la asociación.
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Pero donde más proliferan los hurtos es en los supermercados. Así lo constatan los vigilantes de seguridad. «Antes encontrabas a gente que solía llevarse sólo alcohol caro pero ahora los hurtos de comida son continuos. Se trata de productos pequeños y fáciles de ocultar, como los fiambres», exponen desde la Asociación Patronal Valenciana de Seguridad y Servicios. Los vigilantes han extendido su presencia por las superficies medias para impedir estos hurtos en las barriadas más desfavorecidas.
Si bien los atracos en bares se han estabilizado, los hosteleros constatan ahora una nueva oleada, también de hurtos, en las terrazas. «Los ladrones están buscando mucho los nuevos teléfonos móviles de última generación que los clientes dejan en las mesas», alerta Vicente Pizcueta, portavoz de los hosteleros valencianos.
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Pero es en el campo donde la delincuencia que nace de la desesperación ha encontrado su filón, a la caza de productos hortofrutícolas o cobre, que se cotiza a cuatro euros el kilo. Empresas en venta, mobiliario urbano e instalaciones agrarias sufren la lacra.
En 2009, la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA) cifró en 10 millones las pérdidas económicas por sustracciones. Al año siguiente, el precio de los robos fue de 15 millones, una cifra similar a la de 2011. «Y en los últimos meses hemos apreciado un fuerte repunte de robos, tanto en número como en gravedad», alertan.
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El lunes, en Polinyà del Xúquer, unos delincuentes asaltaron la finca de experimentación de AVA y las instalaciones de la comunidad de regantes. Causaron daños por valor de 70.000 euros. Desde hace una semana, los agricultores de la Vall d'Albaida padecen una oleada de sustracciones de fruta de temporada. Para Cristóbal Aguado, presidente de AVA, «el problema crece y alcanza cotas intolerables. Estamos cada día más atemorizados e impotentes».
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