Siluros como reclamo turístico

La alarma y la incertidumbre en el parque natural de la Albufera se han disparado tras las recientes apariciones de varios ejemplares de siluros. Con el paso de los días la teoría de que estos depredadores han sido introducidos de forma intencionada por la mano del hombre cobra fuerza. José Caballer es el presidente de la comunidad de pescadores de El Palmar y tanto él como los que conocen la zona tienen muy claro el origen del problema.

Es sabido que el también conocido como pez gato se mueve a sus anchas entre el río Ebro y los embalses aragoneses. Ese es su habitat natural. De hecho, en el pantano de Mequinenza se encuentran los ejemplares más grandes. Allí acuden cada año miles de pescadores, sobre todo ingleses y alemanes, atraídos por los gigantescos peces. Una vez capturados se fotografían con el animal para enseñarlo a los amigos.

Guías de pesca, hoteles, tiendas y empresas de servicio viven de ese turismo relacionado con la pesca deportiva del siluro. Los pescadores valencianos suponen que la intención de colocar estos exóticos animales en la Albufera responde a este tipo de criterios económicos.

Los siluros pueden llegar a alcanzar los cinco metros y los 300 kilos de peso y algunos viven 80 años. Los técnicos de la Consellería de Medio Ambiente han querido tranquilizar a los pescadores asegurando que es complicado que se desarrollen esos tamaños en el parque natural. La temporada de pesca está en estos momentos detenida. El próximo 1 de octubre los pescadores del Palmar, Silla, Catarroja o El Perelló lanzarán de nuevo sus redes y será entonces cuando constaten que la especia invasora se ha multiplicado o no.