Antonio Corbillón
Sábado, 1 de febrero 2014, 03:17
Debe de ser muy difícil ser una familia convencional cuando de crío se ha tenido una 'niñera' como Pablo Picasso. Y cuando el padre era una figura ausente pero con el poder de seducción de un supermán que, en lugar de llevar la capa en la espalda, la llevaba delante. El torero Luis Miguel Dominguín y la actriz Lucía Bosé, atesoraban el poco glamour que podía esperarse en la España de finales de los cincuenta. Y en ese taller familiar se esculpió la leyenda de la 'marca Bosé', instalada en la realidad española del último medio siglo.
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«La reputación de este apellido es impecable... Por mucho que ahora salgan tantas cosas y todo lo que diga el 'niño'», resume el diseñador Francis Montesinos. Ha trabajado y vestido a casi toda la saga Bosé y conoce como nadie sus hechuras y, sobre todo, sus 'costuras'. El 'niño' que cita Montesinos no es otro que Rodolfo 'Olfo' Bosé, hijo de Lucía Dominguín, la hermana intermedia entre Miguel Bosé y Paola Dominguín, que completan la descendencia de la pareja. Olfo ha asumido con gusto el papel de 'oveja negra' y ha decidido rentabilizar todas las miserias y peleas que incluso el apellido Bosé no puede evitar. Su propia madre, Lucía Dominguín, suele salir en su defensa para recordar la genética familiar. «Somos muy especiales. Venimos de un padre y una madre que han hecho lo que les ha dado la gana... Y los hijos también».
El martes pasado la abuela Lucía cumplió en su retiro de Brieva (Segovia) sus primeros 83 años. Nunca pensó Lucía Borloni, que se ganaba la vida tras el mostrador de una pastelería milanesa, que a los 16 años se le cruzaría el premio Miss Italia 1947. Con la banda cruzada de guapa oficial su vida pegó un vuelco radical que fue mucho más allá del cambio de apellido. Pasó de los dulces a ser la musa de Visconti o de Fellini. También de Juan Antonio Bardem que la trajo a España en 1955 para rodar 'Muerte de un ciclista'. Y con el 'pedaleo', su vida se aceleró por completo. Boda con el número 1 del toreo, Luis Miguel Dominguín, y tres hijos en apenas cuatro años. Pronto descubrió que su marido hacía sus mejores 'faenas' fuera de los ruedos en las camas de grandes actrices como Ava Gardner, Lauren Bacall o Rita Hayworth. Todo es historia y Lucía Bosé ya se vengó hace una década con 'Diva, divina', unas memorias en las que «fui yo quien cortó orejas y rabos», se jacta ella.
Annus horribilis
Pero seguramente el cumpleaños del pasado martes no fue completo. Con su pelo azul para recordar su pasión por el color del cielo, morada de los ángeles, esos seres que «no hablan ni dan la lata», Lucía Bosé pasea sus 83 años poniéndose el mundo por montera y tratando de quitar hierro a las broncas de sus vástagos y los hijos de sus vástagos. Todavía está fresco el remate de un 2013 que podría calificarse como 'annus horribilis' de la saga. Un año con algunas buenas noticias pero al que vencieron las malas, y que se cerró con una tristísima Nochevieja en la que tuvieron que despedirse de Simone Bosé, primo de Miguel, Lucía y Paola y presidente de la discográfica Universal Music, que falleció con apenas 51 años por una neumonía. Era el peor remate a un año en el que los Bosé han participado más en la 'corrala de vecindad' de las televisiones que en sus siempre diversas vidas artísticas.
Un año en el que Miguel Bosé apenas pudo paladear ser Personaje del Año Grammy, ante las pullas de Olfo que le acusó de «no dejarme ver a mis sobrinos». Y que por cierto no eran dos sino cuatro, ya que acabó confirmando que, al par de mellizos varones que tenía, ha unido un par más fruto de otro vientre de alquiler. Así que su madre, cuando acude a los platós a defender a suyos ya no tiene claro qué cifra de nietos dar. También fue el año en el que Miguel rompió con Rosa Lagarrigue, su manager de siempre. Y del enésimo tropiezo de su hermana y madre del 'garbanzo negro' Olfo, Lucía Dominguín, desahuciada del hotel rural que abrió con su ya exmarido, Carlos Tristancho, y que ha tenido que refugiarse en casa de su madre. Al menos la abuela les puede dedicar su tiempo tras verse liberada de su Museo de los Ángeles, ubicado cerca de su casa segoviana, que tuvo que cerrar por falta de fondos. Pero la matriarca pide ahora'tiempo muerto': «Quiero dejar pasar el tiempo y que todo se calme». Su familia cree que la tormenta se habría evitado si Miguel Bosé, su ojito derecho, no hubiera dictado hasta ahora la ley. «Es maravilloso pero maquiavélico», admite ella.
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