Wogaboo, del concurso de acreedores al 'Jefe Infiltrado'

El Jefe Infiltrado, el programa que emite La Sexta en el que el presidente o director de operaciones de una empresa se hace pasar por un empleado para ver cómo funciona internamente el negocio que dirige, retrató este semana Wogaboo, una cadena de restauración que vende el concepto de fun-eating: que comer o cenar sea una diversión, con camareros enrollados y un ambiente distendido en un escenario acogedor.

Wogaboo, sin embargo, se encuentra en concurso de acreedores desde el 10 de enero de este año. Esto implica que, según el procedimiento abierto por el Juzgado de lo Mercantil número uno de Madrid, la central de franquicias mantiene la disposición y administración de su patrimonio, pero sometida a la intervención de la administración concursal, la empresa de servicios profesionales KPMG.

Según informa JJ Comunicación y recoge laguiatv.com, la familia Domínguez, propietaria de la cadena junto con Caja Duero acumula más de un centenar de acreedores, que por fuentes adheridas al concurso, pretenden proponer una quita del 30% a un plazo de cinco años. Wogaboo cuenta en la actualidad con 17 unidades operativas y tenía una estimación de facturación cercana a los 17 millones para acabar el 2014.

En el programa emitido este 10 de abril, Borja Domínguez -propietario y cofundador de la cadena- se infiltra en su propia empresa para conocer, de primera mano, cómo va su negocio.

Borja comienza de barman en uno de los locales de Wogaboo, donde una de las encargadas tiene que enseñarle todos los secretos de los cócteles del local, lo que terminará sorprendiendo al dueño debido a que no siguen del todo los procedimientos de medición de la empresa. Además, pese a que se infiltra haciendo creer que está metido en un concurso televisivo para encontrar un trabajo, es despedido dos veces en dos de las franquicias.

Además, Borja también tiene que hacer de camarero de sala, lo que utilizará a su favor para provocar el caos entre los clientes al dejar caer una bandeja de bebidas sobre sus comensales. Será al ejercer este papel cuando descubra que los empleados desconocen la filosofía del Fun eating y sólo la consideran un letrero promocional pegado en la pared.