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«Lo único que puede parar a Trump es Wall Street y ya le ha sacado la tarjeta amarilla». Esta afirmación que hizo en una ... reciente entrevista con este periódico el ex consejero delegado del Fondo Monetario Internacional Mario Weitz no podía ser más profética a tenor de lo ocurrido. El presidente estadounidense ha rectificado solo una semana después de imponer aranceles a todo el mundo, con una tregua parcial de 90 días de la que solo deja fuera a China, con la que endureció ayer el pulso al elevar su tasa al 145%. Su particular guerra comercial ya no es global por el daño que él mismo estaba provocando en EE UU, a los suyos. Ahora, la ha limitado a un choque de titanes entre los dos gigantes del mundo.
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Su justificación al anunciar el repentino giro de guion es que la «gente estaba un poco asustada», aunque la lectura del mercado es que quien se ha asustado es él, ante la perspectiva de llevar a su país a la recesión y después de que el desplome de las Bolsas en estos siete días se llevase 11 billones de capitalización. Si bien lo que desató todas las alarmas fue que el miedo se trasladó al mercado de bonos del Tesoro, con un fuerte repunte de los tipos de interés ante la venta masiva de títulos. Ese es el verdadero talón de Aquiles de su economía al encarecer la financiación de una deuda astronómica.
Eso sí, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, a quien se atribuye un papel decisivo en convencer a Trump, vendió la decisión «como parte de una estrategia concebida desde el principio». La pausa se presentó como una forma de dar tiempo a la negociación con todos los países que, según se había mofado antes el presidente, «me llaman para besarme el culo». La UE celebró la tregua y decidió ayer suspender las contramedidas que justo entraban en vigor para «darle una oportunidad a las negociaciones», según explicó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Tras el anuncio de la tregua parcial Wall Street vivió una sesión de euforia el miércoles con subidas históricas, que el jueves se trasladaron de forma más modesta a las Bolsas asiáticas y las europeas. Pero en el mercado norteamericano volvió la tensión. No en vano, la guerra comercial desatada por Trump no solo se mantiene con China, sino que va a más cada día. Sin olvidar que también se mantiene el 10% de arancel universal y el 25% para el acero y el aluminio.
El pulso entre los dos gigantes vivió un nuevo episodio que intensificó la inquietud. La Casa Blanca aclaró que la tasa aplicada a los productos chinos no era solo del 125% como se había dicho el miércoles sino que había que sumarle el 20% previo. El total llega al 145%. Un castigo que Trump justifica en su «falta de respeto» por replicar a sus aranceles con otros equivalentes.
El Gobierno chino, que tiene establecido un arancel del 84% a Estados Unidos, respondió que está abierto a negociar «dentro del respeto mutuo y en pie de igualdad», pero que «luchará hasta el final».
El papel clave de Bessent
Estados Unidos y China suman el 43% de la economía mundial y el choque entre los dos gigantes amenaza con provocar un daño global de dimensiones aún incalculables. EE UU es extremadamente dependiente de las importaciones del país asiático en productos electrónicos, ordenadores y baterías para el coche eléctrico. Las compras el año pasado superaron los 450.000 millones de euros, mientras que las ventas no llegaron a los 120.000 millones. De ahí viene el déficit comercial del que tanto se queja Trump.
«La guerra se ha convertido ahora en una confrontación directa entre EE UU y China», alertaban los analistas de Rabobank. «La tregua parcial es solo el final del principio. Trump ha cambiado de opinión antes de que se estableciera un mercado bajista, pero el daño sigue», señalaban en JP Morgan.
La conclusión que se ha sacado es que el republicano no es tan insensible al desplome a los mercados como quería aparentar. Fue Bessent, considerado el asesor más sensato del presidente, quien durante el fin de semana fue convenciendo a Trump de cambiar la estrategia, concentrarse en China y dar un alivio con la excusa de negociar acuerdos. La Casa Blanca no había parado de recibir llamadas de grandes inversores alertando de la debacle. Incluso Elon Musk había defendido un arancel «cero» con la UE y criticado con dureza al agresivo asesor Peter Navarro, el halcón de la guerra comercial.
El propio presidente reconoció que reflexionó al ver en la televisión el miércoles al consejero delegado de JP Morgan, Jamie Dimon, advirtiendo de que Estados Unidos se encaminaba a una recesión. Trump mantiene el pulso pero se ha demostrado que hay forma de frenarle.
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