P.S.
Benilloba
Lunes, 28 de febrero 2022, 16:48
Rafel Julià atesora en su garaje de Benilloba un verdadero museo de la industria textil. 50 años trabajando entre telares (sumados a una memoria privilegiada) han llevado a este mecánico jubilado a reproducir a pequeña escala la historia de la industria textil. Junto a su coche, Julià acumula cerca de una decena de reproducciones, desde un telar manual de hace cerca de 500 años, a un modelo de pinza de la década de 1960.
Publicidad
“Cuando me preguntan a qué escala están hechos, yo siempre digo que a escala funcional”, reconoce Rafel. Sin ayuda de nadie, y sin ningún tipo de referencia documental más allá de su propia memoria, ha realizado este benillobense de 87 años semejante proeza. Salvo alguna pequeña modificación, todos los telares son fieles reproducciones de modelos existentes. Además, funcionan perfectamente y confeccionan todo tipo de tramas.
La razón de tal curiosa afición debe buscarse en el momento de su jubilación, el 15 de diciembre de 1995, tal y como su afilada memoria le permite rememorar. “Caí en una pequeña depresión, y mi hermana me animó a que me distrajera fabricando telares. Anteriormente ya le había hecho uno a mi hijo con motivo de su comunión”. Parece que los paseos por el parque y las partidas en el bar con los amigos no eran suficiente para Rafel; después de 50 años trabajando entre telares, era el momento de empezar a fabricar los suyos propios.
En todos ellos utiliza materiales reciclados que ha ido recogiendo de diferentes desguaces de la comarca. El tiempo que dedica a fabricar cada uno es variable, desde unas pocas semanas hasta dos años, dependiendo del modelo. A las reproducciones que tiene en su garaje se suman las que ha ido regalando, la gran mayoría entre su familia. Entre las instituciones receptoras de su trabajo está la Universidad de Alicante, que incluyó uno de sus telares en una exposición sobre la industria tradicional valenciana.
“No tengo ningún tipo de estudio. Todo lo he aprendido a base de hacer y deshacer”, afirma el benillobense. La única formación que figura en su hoja de servicios es un curso de cuatro días al que tuvo que asistir en Mataró; lo hizo al pasar de trabajar con telares de lanzadera a hacerlo con los de pinza. Esa falta de estudios la ha suplido con su vasta experiencia y con una intuición fuera de lo común, hasta el punto de reproducir máquinas que nunca ha visto en persona.
Publicidad
Su trayectoria empieza a los 10 años en plena posguerra, trabajando con las ‘canillas’ de los telares. Posteriormente pasó a trabajar delante de un urdidor y al llegar a los 12 años empezó a tejer a mano. Fruto de una enfermedad tuvo que dejar esa actividad, y al poco tiempo empezó a trabajar con los telares mecánicos. Más tarde empezaría su larga trayectoria como mecánico en diferentes fábricas de su Benilloba natal, un municipio que otrora fue un referente en la industria textil. Entre otras empresas pasó por Hilario Pérez, Mambor o Antonio Silvestre.
Con el paso del tiempo se fue a trabajar a Muro, donde un accidente laboral casi le hizo perder una pierna. “Estábamos desmontando un telar de Jacquard para enviarlo a México, y debido al descuido de un compañero salí despedido como un cohete. Me fracturé tibia y peroné; acabé con el pie prácticamente colgando”. Después de un tiempo de baja consiguió trabajo en la fábrica Francisco Jover de Alcoi, donde pasó los últimos 8 años de carrera antes de retirarse. “No querían que me jubilara; me ofrecieron un ascenso y un aumento salarial, pero mi hijo me convenció para que lo dejara”.
Publicidad
Julià recuerda las maratonianas jornadas de trabajo que tuvo que afrontar a lo largo de su carrera. “Siempre trabajaba más de 12 horas diarias, incluso en fines de semana. Ganaba mucho dinero, pero el cansancio era extremo”. Desafortunadamente, todo este patrimonio vital está en riesgo de desaparecer. Hace más de un año que Rafel no fabrica nuevas reproducciones; ahora se limita a mejorar las que ya tiene. “Me sabe mal, porque no sé qué hacer con todo esto. Mis hijos no tienen ni afición ni espacio para guardarlo; temo que acabe todo en la chatarra”.
La esperanza de este veterano artesano es que alguien adquiriera todo su trabajo con el fin de exponerlo. De hecho, sus telares ya han sido objeto de exposición en diferentes lugares, como por ejemplo en el Círculo Industrial y en la sede del Club de Amics de la Unesco de Alcoi. Muro o Castell de Castells han sido otros municipios donde se ha expuesto su trabajo.
Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.