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J. Segura
Alcoy
Sábado, 26 de junio 2021, 00:23
Los vecinos del centro histórico siguen luchando por su barrio. Los residentes de la zona sufren ahora el bullicio del casco antiguo, que se ... ha convertido en un punto de encuentro para botellones los fines de semana, que se alargan hasta la madrugada. Los vecinos defienden que el barrio se ha caracterizado históricamente por su tranquilidad y cercanía, unas condiciones que quieren retomar. De hecho, ahora, los vasos amanecen encima de los coches aparcados en la calle, y al dar un paseo por la mañana, las entradas de los garajes o cualquier rincón apartado hace a la vez la función de urinario público, según denuncian.
La situación para otros vecinos difiere, aunque no se contradice, pues aseguran que la culpa no es de la hostelería, sino del incivismo y la actitud de la gente que provoca estos incidentes. Jordi Hernández vive en el barrio desde hace poco tiempo, decidió comprar aquí su vivienda porque «se suponía la mejor zona de Alcoy«. Aunque la realidad es que tiene que continuar invirtiendo, junto con el resto de la comunidad, en la colocación de otra puerta antes de la rampa del parking para evitar encontrarse «una balsa» de orín por las «decenas de personas» que en una misma noche hacen allí sus necesidades. Por el momento ya se han hecho con una manguera para limpiar los resultados de ajetreo del fin de semana.
El fin del toque de queda y la llegada del buen tiempo son algunos de los factores que condicionan el movimiento de gente en el centro, una tendencia en la que también ha influido la peatonalización. Actualmente, los vecinos apuntan que hay un público cada vez más joven que no sólo consume en los bares y terrazas, también se reúnen para hacer botellones. Hernández asegura que quizás es la falta de otro tipo de ocio, aunque que la gente «viene al centro, se toma sus copas y luego vuelven a sus casas en otros barrios». Sin embargo, este vecino señala que «hay que hacer un estudio a conciencia« porque »creo que se puede controlar«, afirma esperanzado.
Mila Agulló cambió de domicilio atraída por el centro, pero asegura que se va dos meses a una segunda residencia y ya se ha planteado mudarse a su antigua vivienda de la Alameda. Un caso similar es el de Carmina Coloma, «vivo en el centro de toda la vida», aunque también ha barajado la posibilidad de buscar otro lugar donde residir, «espero hasta la madrugada para poder dormir», mientras tanto, mantiene sus ventanas cerradas.
Hernández asegura que cuando habla con la Policía Local se muestran colapsados. Según fuentes policiales, solamente en los primeros nueve días de junio habían registrado 28 incidencias relacionadas con ruidos y molestias en toda la ciudad. Aseguran que esta cifra va creciendo, pero muchas de las intervenciones están relacionadas con botellones, mientras que la presencia en establecimientos es mucho menor.
Por el momento, el Ayuntamiento ya acordó en pleno a principios de mes la creación de una ordenanza municipal que regulara la contaminación acústica, aunque los vecinos dudan de la efectividad de esta medida sino se controla su aplicación.
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