Una investigación sobre tarjetas falsificadas llevó hasta la banda de asaltantes de narcos

Nadie sabe nada de asaltar a traficantes para quedarse con importantes alijos de droga o de irrumpir en discotecas y almacenes de fruta para saquear todo el dinero posible. La Audiencia Provincial sentó en el día de ayer a cuatro de los ocho acusados por integrar presuntamente esta banda de delincuentes a los que se les imputan golpes por todo el Levante en el año 2008, así como el robo de varios vehículos. Sin embargo, los agentes de la Policía Nacional que investigaron el caso mantienen la implicación de los procesados, a los que se llegó gracias a las pesquisas por un asunto de falsificación de tarjetas de crédito.

El Ministerio Público pide penas de cárcel que van desde los 13 a los 26 años y medio por los presuntos delitos de asociación ilícita, varios robos con intimidación y uso de armas, lesiones, un delito continuado de robo de vehículo a motor, tenencia ilícita de armas y falsedad en documento oficial, además de falta continuada de hurto.

Una vez detectado el posible fraude con las tarjetas de crédito de los cabecillas declarados en rebeldía, los agentes de la Udyco de la Policía de Alicante iniciaron la vigilancia y los pinchazos telefónicos. De hecho, cuando más adelante se practicaron los registros domiciliarios y las detenciones, los investigadores hallaron una máquina troqueladora de tarjetas. Antes, en junio de 2008, los asaltantes trataron de hacerse con un alijo de 3.000 kilos de hachís en las costas de Burriana que la Guardia Civil pudo frustrar. En Murcia, los presuntos cacos trataron de llevarse el dinero recaudado en la discoteca 'Mana' de Santomera, de donde tuvieron que huir no sin antes herir de bala a un vigilante, según sostiene la acusación. Mientras, en Cieza, armados y con pasamontañas, se llevaron 180.000 euros de las nóminas de los empleados de un almacén de frutas.

Sin embargo, dos de los procesados que declararon ayer negaron cualquier relación con los dos líderes de la banda, los cuales andan fugados. Incluso el propietario del garaje de Villafranqueza que supuestamente empleaban los miembros para guardar coches con los que daban los golpes se identificó con el grupo. «Yo me dedico al mercadillo» fue una de las pocas respuestas largas que se le pudo escuchar, pues a lo largo del interrogatorio por parte del fiscal las respuestas no fueron más allá de las negativas.

El otro acusado de guardar una recreación de un subfusil aseguró que lo cogió su hija de un vecino y que lo único que hacía era disparar «luces». Además, no se pudo ver el arma, pues al parecer no obra en poder de la Sala, por lo que su defensa pidió la nulidad del juicio.