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RAMÓN BERNABÉU
Domingo, 27 de julio 2014, 00:33
'Pedreguera sorda'. De esta forma se conoce a la temible sequía en las comarcas del Alto Vinalopó. Los hombres del campo utilizan este peculiar término, extraído del diccionario villenero, para denominar a este terrible sed que está asolando los cultivos de Villena.
Según estimaciones de Asaja, más de 40.000 hectáreas de cultivo se encuentran afectadas por la ausencia absoluta de lluvias en toda la geografía alicantina. Esta superficie involucra a unos 6.000 empresarios agrícolas, lo que da cuenta del grave daño que esta infernal sequía está haciendo a la economía de la provincia. Se calcula que, solo en la zona meridional han muerto más de 250.000 árboles frutales. Al fin y a la postre, seres vivos que no han soportado la falta absoluta de precipitaciones desde que se iniciase este ya fatídico año de 2014.
La última esperanza de estos agricultores es esa agua del Júcar que ya llena los embalses del Vinalopó, desde San Diego hasta el último, denominado José Ramón García Antón, en recuerdo del conseller que hizo posible esta transferencia hídrica, salvadora para miles de familias de toda la cuenca del Vinalopó. Esta misma semana se completaban las transferencias con la llegada del agua del Júcar, en un acto en el que estuvieron presentes el conseller de Agricultura, José Císcar, y la presidenta de la Diputación, Luisa Pastor, además de las comunidades de regantes. Los primeros en recibir el preciado líquido han sido los regantes del Campo de Elche, donde la situación era más crítica y ya no tenían ni para cubrir la presente cosecha.
Mientras las tierras del Medio y Bajo Vinalopó beben del maná prometido a ver si consiguen salvar las cosechas de uva y leñosos (granadas, cítricos...), en el Alto Vinlaopó todavía tendrán que esperar hasta agosto para que les llegue esa agua que tanto ansían. «Ya la hemos solicitado y esperamos que el próximo mes, una vez que se hayan cubierto los mínimos del resto, tengamos para nosotros», afirmaba ayer a este diario el representante de los regantes del Alto Vinalopó, Pedro Menor.
Hasta la última gota
Como han sido los primeros que han reclamado solidaridad a sus compañeros del Júcar, también han sido los primeros que la han demostrado entre ellos: «Todavía hemos conseguido extraer recursos de emergencia de los acuíferos, pero a mucha mayor profundidad y a un mayor coste», explicaba este regante.
Cada día se extrae el triple de agua de lo que soportan los explotados acuíferos del Vinalopó, una sangría que tienen que detener ya y suministrarse del agua del trasvase si no quieren perder los pozos para siempre.
Los más viejos del lugar no recuerdan haber vivido una sequía tan prolongada en el tiempo como extensa en territorio. «No he conocido jamás en mi vida una sequía como esta, de tantos días sin lluvia y de tanta zona afectada», asevera sin ningún tipo de duda, Rafael Gandía Hernández, un avezado agricultor de Villena. Rafael tiene 64 años y no conoce otro medio de subsistencia que el campo. «Yo ya le ayudaba a mi padre cuando era un chiquillo», recuerda este labrador de Villena, que posee apenas dos hectáreas de cultivo en el paraje de 'las capellanías', cerca del camino de San Juan.
A poco más de 400 metros de las vías del tren de alta velocidad, en plena huerta villenera y bajo un sol de justicia, Rafael Gandía se afana en limpiar los restos de hierba casi quemada que han quedado tras recolectar la escasa cosecha de cereal que se ha podido salvar del desastre.
En este modesto huerto de este agricultor crecen también unas cotizadas patatas que no solo abastecen a muchos hogares de Villena, sino que es demandada incluso por prestigiosos restaurantes de la zona. En temporadas pasadas, donde no hubo problema con la lluvia, con solo dos de estos tubérculos cultivados con mimo por Rafael, se podía superar el kilogramo de peso. Sin embargo, este año «hace falta entre 5 y 6 patatas para llegar al kilo», explica este pequeño productor.
Repercusiones en el turrón
Mucho peor es para los productores de secano, en cuyos campos la sequía ha arrasado con el cereal y con los leñosos. En el paraje de 'los alhorines', cerca de la cárcel de Villena, «el cereal se ha quemado», lamenta Rafael. El olivar también es uno de los cultivos más perjudicados por la falta de lluvia. Asimismo, este año la almendra saldrá con «la molla más reseca», lo que repercutirá sin remedio en la posterior elaboración del turrón de Xixona y, por ende, en el bolsillo del consumidor.
Ante este negro y seco panorama, Rafael Gandía, haciéndose eco del clamor de sus colegas, reclama a las administraciones públicas y a las organizaciones agrarias que se pongan de acuerdo a la hora de consignar ayudas y subvenciones para los pequeños productores «si no quieren que tengamos que abandonar la actividad porque nos ahogan los elevados precios de abonos, plantones, semillas, agua y demás», advierte este viejo labrador de Villena.
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