Esther Brotons
Lunes, 4 de agosto 2014, 00:30
El servicio de Oftalmología Hospital de Sant Joan está aplicando una técnica todavía poco extendida para trasplantes de córnea que ha permitido que los primeros 17 pacientes intervenidos empiecen aecuperer antes la visión, (en una o dos semanas), con un pronóstico visual mucho mejor y con apenas tasa de rechazos y de complicaciones al no necesitarse puntos de sutura, evitando la generación de un astigmatismo o hipermetropía.
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Dos de los pacientes que se han beneficiado son Francisco del Pozo (80 años) y María López (72). El primero se ha sometido a dos trasplantes y con técnicas diferentes. «He notado la diferencia», afirma. María sigue emocionada. En poco tiempo ha recuperado el 60% de la visión. «No veía nada», explica. Ambos no se cansan de mostrar su agradecimiento al equipo médico.
Dirigido a enfermos que tienen problemas en la capa interna de la córnea, según el responsable de la Sección, Víctor García Conca, «con la técnica tradicional quitas la córnea y la levantas en todo su espesor; con la que hacemos nosotros solo cambias la capa que es necesaria». Al reponer lo mismo que se quita es muy fisiológica, lo más parecido al estado natural del ojo.
Actualmente, la opción generalizada a nivel nacional e internacional consiste en cambiar la membrana de Descemet y su endotelio del receptor (son las capas más profundas de la córnea) por el equivalente del donante, más parte del estroma profundo (es el estrato más fuerte de la córnea). Se quitan 12 micras y se implantan 175, lo que requiere de un aparataje costoso, induce más hipermetropía, más rechazo, peor agudeza visual final y una recuperación más lenta.
Con la que se utiliza en Sant Joan desde finales de mayo del pasado año, las necesidades de material quirúrgico son mínimas. Tiene dos fases. Primero se prepara el tejido del donante (40 minutos bajo el microscopio), después se elimina la misma capa dañada en el receptor y acto seguido se realiza el intercambio (de 15 a 20 minutos). A través de anestesia con gotas o local, el implante se pega mediante una burbuja de aire y se recomienda 24 horas de ingreso para que en el viaje a casa no se mueva en exceso la burbuja y el implante se pueda desprender.
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El responsable del servicio, José Ramón Hueso, deja claro que es un procedimiento específico para pacientes que tienen problemas en el endotelio. Suele afectarse por causas genéticas o derivada de cirugías como la de cataratas. La función del endotelio es la de deshidratar la córnea, por lo que cuando se daña se hincha de agua, poniéndose blanca y quitando la vista. Si se deja evolucionar comienza a ulcerarse.
El doctor Hueso destaca como característica de su equipo el hecho de que la córnea del donante se prepara en el momento del trasplante al receptor. Es decir, «es un endotelio fresco y no conservado, que se implanta cuando se extrae porque las células se van muriendo y el doctor Conca tiene la paciencia de preparar el tejido antes de implantarlo», puntualiza el jefe del servicio, en referencia a que en otros centros se recibe la córnea del banco o está varios días preparada antes de realizar el trasplante. Además, esta técnica no invalida para se que pueda realizar la penetrante (tradicional).
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Francisco del Pozo se sometió hace cuatro años a la primera intervención con la anterior técnica. «Fue bien, pero tenías que venir muy a menudo al hospital. Cada dos meses, mes y medio y al mes para quitarme un punto. Una vez tuve que volver al quirófano para ponerme otro punto porque no sé bien qué pasaba, eran también muchas gotas». Hace cerca de cuatro meses se intervino del segundo ojo. Le comentaron que era una nueva técnica y ahora «me encuentro muy bien, con casi un cien por ciento de visión». Los primeros ocho días fueron «un poco fastidiados por la conservación de la burbuja, pero ha merecido la pena y espero ya no tener ningún rechazo», apunta.
Unas cataratas llevaron a María López a volver a pasar por el quirófano. Se operó de cataratas en marzo y los médicos ya le advirtieron de que era una intervención de riesgo. «Me quedé ciega». Recuerda que le preguntaron si quería realizarse un transplante «y me tiré de cabeza, no tenía ninguna otra opción; todo lo que vería era un brillo y hasta en casa tenía que estar con gafas». Ni se lo pensó. «La segunda noche pedí que me quitaran los calmantes porque no me dolía nada, no tuve ninguna molestia, solo la sensación de que tenía algo en el ojo»».
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El día 18 de junio se realizó el trasplante y todavía no había pasado ni un mes cuando le comunicaron que había recuperado el 60% de la visión. «Yo notaba que poco a poco iba recuperando, pero no te puedes fiar de lo que sientes. Todavía estoy nerviosa. Según internet tardaría un año y pico en recuperar y mira ahora como estoy».
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