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L. V.
Jueves, 14 de agosto 2014, 01:43
La lucha contra la plaga del picudo rojo no cesa. El insecto arrasa una de cada tres palmeras del corredor verde del río y la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) ya ha eliminado 941 palmeras afectadas por esta plaga a lo largo del cauce del río Segura, entre la capital murciana y la desembocadura, en Guardamar del Segura. Los trabajos de retirada de palmeras se iniciaron a finales del pasado mes de febrero en Orihuela y se ejecutó en diferentes fases en ambos márgenes del río y en varios sotos, hasta completar los 65 kilómetros que tiene el cauce.
La mayoría de los ejemplares de palmera enfermos, 814 en concreto, se ubican en la provincia de Alicante, mientras que en la Región de Murcia se eliminaron 127. Si las cifras se realizan por municipios, Orihuela sobresale con 478 palmeras taladas, más de la mitad del total de los ejemplares infectados.
La mayor parte de las palmeras afectadas son de la especie 'Phoenix canariensis', mientras que las que permanecen sanas son en su mayoría de la especie 'Phoneix dactylifera', más resistentes a la plaga. En total la CHS plantó unas 4.500 palmeras entre La Contraparada en Murcia y Guardamar del Segura, tras las obras de encauzamiento del Segura, a principios de los años noventa, de las que se calcula que más de un tercio han sido ya arrasadas por el picudo rojo. En esta ocasión, los ejemplares retirados en los términos de Murcia y Orihuela serán sustituidos por especies de bosque de ribera autóctonas como el almez, el olmo y el chopo, para mantener el cinturón verde en el entorno del río. La replantación correrá a cargo de los ayuntamientos, según los acuerdos alcanzados entre los consistorios y el organismo de la cuenca.
Por otro lado para eliminar los ejemplares infectados o muertos se ha utilizado la misma técnica que se emplea para la protección del palmeral de la ciudad de Elche. El método es mecánico y está basado en el triturado por medio de una máquina dotada de una desbrozadora que reduce a pulpa tanto la palmera como los insectos y larvas que pudieran encontrarse en su interior.
Una vez acabado este proceso, los restos vegetales, ya sin peligro de provocar infección, se descomponen y reincorporan al suelo como materia orgánica. Este método se está empleando también en el campo de Elche para eliminar cultivos de palmáceas abandonadas, que constituyen el principal foco de propagación de la plaga del picudo rojo.
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