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Trato con la CHJ para levantar su oposición a cambio de la desalinizadora de Mutxamel

E. M. L.

Viernes, 19 de septiembre 2014, 02:16

Después de las intensas negociaciones que durante años había llevado a cabo el empresario Enrique Ortiz para poner a las administraciones a su favor en cuanto a la ejecución del plan Rabasa, la suspensión cautelar del mismo por parte del TSJ el 17 de diciembre de 2009 trastoca profundamente todos sus planes. Tanto es así que enseguida, según recoge el informe policial de la UDEF, se plantea incluso querellarse contra el magistrado.

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Aunque la suspensión es por entender el juez que un plan tan amplio no puede tramitarse fuera del PGOU, a Ortiz y los suyos les sigue preocupando la oposición de la Confederación Hidrográfica del Júcar al plan por no disponer de recursos hídricos suficientes. Esta oposición genera toda una ronda de contactos para lograr convencer a Juan José Moragues, presidente de la CHJ en ese momento, de que dé el visto bueno al plan. En este sentido, es muy relevante, destacan los agentes, un encuentro celebrado entre socios de Ortiz y Moragues en una cafetería. Según se desprende de las conversaciones intervenidas entonces al empresario, en esa reunión Moragues puso como condición para levantar el veto a Rabasa que Ortiz consiguiese a cambio que el conseller de Medio Ambiente, entonces Juan Cotino, diese el visto bueno a la desalinizadora de Mutxamel.

En una de las conversaciones entre Ortiz y José Cortina, el primero revela que «el del agua» le dijo que «si yo conseguía que legalizaran la de Muchamiel, que nos daba informe favorable, yo me fui hablar con Cotino, y me dijo que sí, que no me preocupe, que hable con él». Lo que, para la Policía, revela el grado de relación entre Ortiz y Cotino.

Por otro lado, la suspensión cautelar puso a Ortiz nervioso y le llevo a plantearse, según revela el informe, proponerle a Ikea que se trasladase todo a la Condomina, donde el empresario también tenía suelos.

Llamada de Agustín Navarro

La suspensión fue aprovechada también por el alcalde de Benidorm, Agustín Navarro, que llama a Ortiz para proponerle que Ikea se instale allí. El empresario le pregunta que dónde iría y el alcalde responde que donde quiera: «Es sentarnos y buscar el sitio que convenga, que tú veas», le dice.

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