Urgente Valencia revisará garajes inundables, comprará lanchas para la Policía Local y fomentará parkings en altura tras la riada
Tomás Buforn Solbes mira a la cámara desde dentro de la cabina de su motocarro.

El último motocarro

Tomás Buforn Solbes lleva casi medio siglo haciendo transportes y resiste a la presión del Ayuntamiento, que dice que afea Alicante

Bernat Sirvent

Jueves, 16 de octubre 2014, 02:15

Si mil veces le preguntaran a Tomás Buforn Solbes, vilero afincado en Alicante desde bien niño, qué quiere ser de mayor, mil veces diría que operador de carromato. Es el último mohicano de este humilde sistema de transporte para mudanzas y otros usos económicos, como reza en las puertas de su modelo Achice, comprado en el año 1981 por 750.000 pesetas.

Publicidad

Fue albañil en sus inicios profesionales, pero un accidente laboral y los cuatro posteriores tornillos en una de sus piernas, le derivó hacia otro sector: el del transporte. Tanto que hace casi medio siglo que permanece apostado en la Plaza Nueva de Alicante, la de la pecera, a la espera de algún cliente. Como quiera que ha surgido una inmensa competencia, como Tomás la define, tiene que dedicarse a recoger enseres o cartones, las más de las veces dejados 'motu propio' por el vecindario y sector comercial del tradicional centro alicantino.

Su motocarro forma ya parte del paisaje urbano. Es icónico. En Alicante llegó a haber hasta cien unidades (Plaza España, Pío XII, Renfe...), pero sólo queda él. Y le ha salido otro competidor de bulto: el Ayuntamiento. Relata que ha tenido que ponerse en manos de un abogado porque la Concejalía de Transportes le «presiona» para que se jubile. «Yo tengo que comer, si quieren que me vaya a otra calle, me voy, pero tengo que comer», se lamenta Tomás, al que la Concejalía le ha citado varias veces, con fotos de su joya de tres ruedas, para notificarle que «afea la imagen de la ciudad».

Hace un año, la misma funcionaria de Transportes incluso le obligó a dar una mano de pintura plateada en su utilitario. Pero la presión no cesa. «Nunca se han metido tanto conmigo», abunda Tomás apoyado en la ventanilla mientras saluda a la quiosquera de enfrente o al comerciante que sale de la próxima sucursal del SabadellCAM. Tomás Buforn Solbes es una institución en el centro de Alicante y bien que se nota estando un rato a su lado. Para colmo, la remodelación de la Plaza y la subsiguiente ampliación de aceras redujo la parada de motocarros que ahora se reduce a la suya, de solo seis metros. «Me dicen que ya no tengo derecho, porque no hago mudanzas y solo recojo cartones y ejerzo de almacén, pero yo tengo que vivir», insiste. La Achice, que sustituyó a otra de antes de la mili, en el año 65, un modelo La Trima, también hace esporádicamente mudanzas. La última, en una calle próxima. «Como no pedí permiso, que cuesta 80 euros y el porte solo 30, vino un policía en bici y me multó con 80 euros», se lamenta, tras asegurar que, en esa ocasión, su motocarro no interrumpía la circulación de vehículos. «No tienen consideración», sentencia. Y hace una petición en clave de súplica de quien tiene pocas cotizaciones para su jubilación: «Denme trabajo en el Ayuntamiento y me jubilo». El último mohicano del motocarro resiste al ralentí al 'tardeo' y al 'mañaneo'.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias al mejor precio: 3 meses por 1€

Publicidad