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Luis Candela
Martes, 25 de noviembre 2014, 02:15
Los presuntos asaltantes que acabaron con la vida del matrimonio Beresaluze de Novelda, en su objetivo por hacerse con un botín de un millón de euros, se sentaron ayer en el banquillo de la Audiencia Provincial de Alicante para rendir cuentas por el macabro suceso de la tarde del 12 de abril de 2010. Se trata de seis ciudadanos de nacionalidad rumana que se enfrentan a penas de cárcel que van desde los 32 a los 36 años y que, en total, suman más de dos siglos entre rejas por los presuntos delitos de homicidio, robo con violencia y uso y tenencia ilícita de armas, ya que supuestamente protagonizaron el doble crimen que conmocionó al municipio marmolero.
El Ministerio Público sostiene que el jardinero de la finca proporcionó a dos de los procesados la información suficiente para cometer el robo, mientras que los otros tres participaron en el golpe que acabó con el doble homicidio de Francisco Beresaluze de un disparo en la pierna y de su mujer, Susanne Brensing, de 69 años, producto de una paliza, así como del robo de 120.000 euros de la caja fuerte.
En el arranque del juicio, cinco de los detenidos meses después de que se produjesen los hechos negaron lo sucedido y buscaron al culpable entre ellos en un cruce de acusaciones constante. Tan solo uno de los procesados, uno de los considerados cabecillas, Marius P., se reconoció autor de un robo de 8.450 euros y de unos disparos disuasorios cuando llegaron a la finca Casa Y Mas donde residía la pareja, conocida por los negocios en el sector del mármol del hombre de 77 años. No obstante, dicho enjuiciado juega con la carta del que poco tiene que perder, pues la Guardia Civil encontró su ADN en forma de rastro de sangre y huellas dactilares por toda la vivienda del paraje de La Serreta.
Eran cerca de las ocho de la tarde cuando se desencadenó uno de los episodios más trágicos ocurridos en la provincia de Alicante en los últimos años. Sin embargo, la banda planeó el asalto tiempo atrás. La Fiscalía acusa a los juzgados de planear el golpe muchos meses antes, ya que el representante del fiscal sostiene que fue a finales de 2008 cuando el empleado de la casa, Marian B., habló del suculento botín que los Beresaluze guardaban en casa a Ionut R. y Petrus R. Estos, conchabados con Marius y Nistor C., supuestamente estudiaron la vivienda que intentaron saquear el 11 de abril.
Sin embargo, ese día vieron luces encendidas en las habitaciones de los moradores y se marcharon. Tan solo 24 horas después regresaron a la casa armados, como asegura el Ministerio Público, y tomaron la finca por la fuerza. No obstante, Marius declaró que antes de poder entrar recibieron disparos del dueño de la propiedad. «Llevaba mi pistola para actuar contra el perro», señaló el procesado, quien añadió que «entonces respondí a los disparos».
Según la versión de Marius, entró Ionut el primero y mató al conocido empresario del mármol. «Me dijo que el hombre debía morir», ya que le había encañonado con su escopeta y amenazado con denunciar, como relató al tribunal, «y cuando entré había un charco de sangre». También cargó sobre él la brutal muerte a golpes de la mujer alemana. Esta narración de los hechos provocó una acalorada discusión entre los acusados, que llegaron unidos por los grilletes, que los agentes de la Policía Nacional cortó rápidamente.
El grupo de delincuentes fue apresado a finales de 2011 por otro asalto en la provincia de Jaén, donde irrumpieron en un salón de juegos y donde un hombre resultó herido. Por su parte, Ionut, cuya defensa ejerce el letrado Roberto Sánchez Martínez, negó cualquier participación en este crimen, pese a las acusaciones de su compañero. De hecho, achacó su imputación a su expareja, quien lo habría puesto en el punto de mira después de haber roto la relación con la mujer y echado de casa.
Los arrestados resultaron ser Iount, Nistor, quien también negó su participación en el asalto, y Marius. A tenor de los relatado por los tres implicados, habrían pactado callar en torno al crimen de Novelda hasta que poco a poco el primero delató al último ante la autoridad judicial, algo que se produjo a la inversa tiempo después. Entre tanto, ambos habían intercambiado correspondencia desde prisión, en la que charlaban del asunto de forma velada. Los investigadores los pillaron porque tenían intervenido el correo.
Finalmente, la expareja de Marius declaró ante el tribunal para narrar que desconocía cualquier actividad de su marido. Sin embargo, una mujer de sus mismas características fue vista la tarde de los hechos en compañía de varios de los implicados en el cruento asalto a la finca ubicada en La Serreta.
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