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Los responsables técnicos del aeropuerto en una de las cúpulas adaptadas automáticamente para la ventilación natural.

Un aeropuerto sostenible

Utiliza un sofisticado sistema de ventilación natural en 34 de las 40 cúpulas. El plan de eficiencia energética del aeródromo permite desde su apertura un ahorro de consumo equivalente a 2.000 hogares o 1,3 millones

Bernat Sirvent

Domingo, 7 de diciembre 2014, 23:49

En el aeropuerto internacional de El Altet todo es mastodóntico desde que hace ya tres años y medio se inaugurara la nueva terminal de pasajeros. Las treinta y cuatro hectáreas que ocupan la superficie construida del edificio, que costó alrededor de 610 millones de euros y que ocupó simultáneamente a más de mil trabajadores, necesitan mucha corriente eléctrica para funcionar. Entre otras cosas, para hacer agradable la temperatura ambiente con que se recibe o se despide a turistas u hombres y mujeres de negocios de cualquier parte del mundo.

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Solo en el SATE (sistema automatizado de tratamiento de equipajes), que ocupa casi dos sótanos enteros por donde circulan las cajas de plástico que seleccionan las maletas por un recorrido de unos 20 kilómetros entre la zona de facturación y los hipódromos antes del despegue de los aviones, hay unos cinco mil motores para hacer funcionar todo el dispositivo técnico, muy mecanizado. Pero es que en las entrañas o en las zonas visibles de El Altet hay mil cámaras de seguridad distribuidas por los puntos más insospechados, cinco mil tubos LED de bajo consumo y varias escaleras automáticas. Anualmente, unos seis millones de maletas circulando por la tripa del complejo y diez millones de personas, cifra con la que cerrará más que previsiblemente el aeropuerto el ejercicio el próximo día 31.

Por ello, y pese a las quejas que ha habido por la climatización en los días de mayor bochorno del estío alicantino, la dirección de El Altet se puso a trabajar nada más inaugurarse el edificio. El plan de eficiencia energética afecta a cuatro áreas concretas del complejo: climatización, iluminación, SATE y elementos electromecánicos, como explican a este diario Laura Navarro, jefa de gabinete de dirección; Francisco Manuel Hernández, jefe de división de Ingeniería y Mantenimento; y Juan José Vicente, jefe del departamento de Mantenimiento. Todos los esfuerzos realizados, en los que hay implicados nada menos que doscientos técnicos de mantenimiento entre plantilla propia y externa, han permitido un ahorro en el consumo eléctrico de 20 millones de kwh, lo que equivale al gasto real de unos 2.000 hogares aliantinos. En términos económicos, ese ahorro se traduce en 1,3 millones de euros en tres años, cifra nada baladí para los tiempos que corren, también en el seno del ente aeroportuario Aena, a punto de realizar una OPV para captar liquidez.

Sin duda el sistema más visible en el ahorro, porque también lo son icónicas las 40 cúpulas que conforman el cielo del edificio singular de El Altet, es el de ventilación natural. Los exutorios de las cúpulas se abren automáticamente gracias a un software diseñado al efecto en base a una serie de coordenadas como temperatura exterior, grado de humedad, viento o lluvia. Tres compresores con aire a presión ponen el resto. Se aprovecha el sistema ya instalado para evacuación de humos en caso de incendio en la terminal para que se renueve el aire en el interior del edificio y baje o suba su temperatura, en función de la estación del año. Permite que se pare automáticamente el sistema de climatización instalado en base a la operativa real del aeropuerto y en zonas concretas en función de ubicaciones y necesidades térmicas.

En el departamento técnico, las veinticuatro horas de los 365 días del año no sólo se controla a través de monitores el sistema de ventilación natural, sino también el de iluminación. Hay luxómetros instalados para aprovechar la luz natural con muro cortina y lucernarios, el encendido y apagado se produce de modo selectivo sobre el operativo real de la terminal a través de la unidad Scada y hasta las prepasarelas están gestionadas por detección de presencia de personas, así como los hiódromos de las maletas.

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