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Luis Candela
Miércoles, 17 de diciembre 2014, 02:10
El jurado sigue pendiente de las pruebas para declarar culpable o inocente a Fernando M.C., el acusado de emplear hasta tres cuchillos de cocina para asesinar a su hermano el verano de 2012 en la casa del alicantino barrio de Colonia Requena que ambos compartían. Ayer testificaron los policías que acudieron al lugar del suceso, que ofrecieron una versión diametralmente opuesta a la del acusado.
Policías.
Los agentes descartan que el acusado sufriese un arrebato o que consumiera ingentes cantidades de alcohol toda la noche.
Vecinos.
Una mujer oyó gritos durante al menos media hora. Entre las voces pudo distinguir cómo la víctima pedía ayuda.
Defensa.
Francisco argumentó que iba borracho y que se encontraba como «hipnotizado». Según relató, todo ocurrió muy rápido.
Los agentes, que llegaron al piso inmediatamente después del crimen, no advirtieron que el sospechoso presentase síntomas de embriaguez, en contra de lo que él mismo aseguró el lunes en su declaración, o que hubiera sufrido un arrebato. «Nos abrió la puerta entre sollozos y nos dijo que había matado a su hermano por no colaborar con los gastos de casa», señaló un agente, quien sostuvo que «yo lo vi tranquilo».
Además, el presunto parricida reconoció a los efectivos desplazados haber tenido que cambiar hasta en dos ocasiones de cuchillo porque «el primero se había roto y el cabrón no se moría», añadió el agente. Una vez hubo acabado con su hermano, el procesado dijo que sintió como «una liberación», según relató a los policías nacionales y locales que intervinieron en el suceso.
El hombre, de 54 años de edad, se enfrenta a una condena de 20 años de prisión, ya que el Ministerio Público califica los hechos de asesinato. Su defensa por el contrario sostiene que se trata de un homicidio, lo que conlleva una rebaja de pena, pues su patrocinado no pretendió prolongar el sufrimiento de su víctima y actuó rápidamente.
Pese a ello, las investigaciones reflejan que Francisco acudió en dos ocasiones a la cocina a coger un nuevo cuchillo. Con el primero, le asestó dos puñaladas en el cuello y una en el pecho, punzada con la que partió la hoja. Con la última arma, el acusado se quedó con el mango en la mano y el cuchillo clavado en el oído.
Francisco dijo no recordar la brutal agresión el pasado lunes en la primera sesión del juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Alicante. De hecho, aseguró que se encontraba como «hipnotizado». De lo poco que recordaba era que despertó y vio a su hermano yacente y cubierto de sangre a consecuencia de las puñaladas asestadas.
Los agentes apuntaron también que la víctima se encontraba en una habitación desordenada y en la que evidentemente se había producido una trifulca. Allí encontraron el taburete que presuntamente el enjuiciado estampó sobre la cabeza de su hermano antes de atacarle con las armas blancas.
Asimismo, una de las vecina relató a los nueve miembros del jurado que la agresión se prolongó por lo menos media hora, a tenor de los gritos que salían de la vivienda. Entre los chillidos, la mujer pudo identificar cómo Julián, la víctima, pedía auxilio para salvar la vida.
A otra mujer con la que el procesado se encontró tras los acontecimientos, le espetó mientras estaba esposado dentro de un coche policial: «¿Has visto, Tere?, al final me lo he cargado». Según esta vecina, pronunció esa frase con total naturalidad, «como si no hubiera hecho nada».
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