Castedo ha vivido durante años encaramada en el poder absoluto que le daba su popularidad entre buena parte de la ciudadanía, traducida en el masivo respaldo obtenido en las urnas en las elecciones de 2011
Pedro López
Miércoles, 24 de diciembre 2014, 01:14
Seis años y cuatro meses después de tomar la vara de mando de manos de su mentor Luis Díaz Alperi, Sonia Castedo ha cerrado su etapa como alcaldesa de Alicante. Un ciclo que ha resultado tormentoso para ella y para la ciudad por la evolución de su situación judicial. A Castedo le han exigido la dimisión hasta los de su partido y ahora que ha tomado la decisión existe una sensación que muchos, especialmente en el PP, resumen con una sencilla expresión: «Por fin». Habrá que ver qué hace ahora la oposición, que durante meses se ha limitado a pedir su marcha.
Castedo ha vivido durante años encaramada en el poder absoluto que le daba su popularidad entre buena parte de la ciudadanía, traducida en el masivo respaldo obtenido en las urnas en las elecciones de 2011. Sin embargo, su desgaste ha sido proporcional al avance de las investigaciones en las dos causas judiciales en las que está imputada. La defenestración de Camps y la 'línea roja' pintada por Alberto Fabra, empeñado en desalojar de los puestos de responsabilidad a todos los imputados, fueron estrechando el cerco hasta acorralarla contra las cuerdas.
Poco a poco, Castedo se ha ido quedando sola. Sus compañeros de partido, conscientes del daño que su presencia en la Alcaldía estaba provocando a pocos meses de las elecciones, le habían dado la espalda. Incluso en su equipo de gobierno eran muchos los concejales que en 'petit comité' reclamaban su dimisión. Aunque Sonia Castedo sigue teniendo una legión de seguidores en la vida real y en las redes sociales, ha comprobado lo dura que es la caída.
La alcaldesa dimisionaria inicia ahora una nueva etapa. Según ella, no piensa retomar su carrera política creando otro partido, probablemente porque ha conseguido garantizarse un regreso triunfal cuando haya despejado su situación judicial. La presencia de Alberto Fabra en la reunión 'clandestina' de ayer en el CdT da a entender que se deja la puerta abierta para volver. El problema es que para entonces es probable que el panorama político haya cambiado bastante.
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