«Yo no creo que Pujol sea un hombre de timar a la gente»

Todavía tiene reciente el último partido del Real Madrid-Valencia (que perdió el equipo merengue) y cruza los dedos para que el Barça remonte la mala racha «y se pongan todos de acuerdo en lo que realmente importa: ganar partidos». Así de transparente y contundente se muestra Montserrat Caballé. La soprano española más legendaria del siglo XX todavía tiene mucho que decir (y cantar), con una trayectoria profesional que abarca casi seis décadas -desde 1956- y una edad más que respetable: 81 años. El próximo martes arrancará en Bilbao su nueva gira por Europa, en compañía de su hija, Montserrat Martí, también soprano, y el tenor Jordi Galán. Y el día 24 actuará en Elche.

-¿Cuánto tiempo es capaz de aguantar soltando el aire? ¿Cuál es su récord?

-Más de dos minutos.

-Pues yo llego a 90 segundos y estoy al borde del síncope.

-Ja, ja, es que hay que practicar mucho. ¡Los ejercicios de respiración son fundamentales en mi trabajo! A mí me dio clases en Barcelona Eugenia Kemmeny, que, además de profesora de canto, fue campeona de atletismo y natación en Hungría. Me marcó mucho y para bien.

-A su manera, usted también es una atleta.

-He sabido entrenar las paredes del diafragma, nada más.

-¿Qué tal se encuentra ahora?

-La recuperación va lenta pero yo estoy muy animada.

-¿Qué más tiene que demostrar? Lleva casi 60 años en la brecha.

-No se trata de demostrar nada, sino de mantenerme viva. No me veo delante del televisor haciendo calceta. Por eso, me empeño en seguir estudiando o buscando partituras porque hay tanta música maravillosa por redescubrir... Si yo no la puedo interpretar, ya la interpretarán otros colegas.

-¿Hasta cuándo piensa seguir cantando?

-Hasta el final de mis días.

-¿Por qué será que ahora no hay tantas primeras figuras de la lírica en España como había en la década de los 60 y 70?

-Las hay, las hay. Fíjese por ejemplo en Ainhoa Arteta, una artista extraordinaria. ¡El Metropolitan de Nueva York se vino abajo con su Traviata! De verdad, creo que Ainhoa no recibe todo el reconocimiento que se merece aquí, en nuestro país.

-¿A qué lo achaca?

-Entre otras cosas, los medios no divulgan sus éxitos como deberían. No al menos como se hacía antes, con nosotros.

-Ya, ya. ¿Pero el nivel? ¿Hay más herederos a la altura de usted o de Carreras, Domingo, Kraus, Aragall, Lavirgen, Berganza, Lorengar...?

-Hay buenas voces. Yo he dado muchas 'masterclasses' a los jóvenes y veo que no les falta calidad.

-Siempre apoyando a las nuevas generaciones.

-Lo intento, lo intento.

-De hecho, además de con su hija, tiene previsto compartir escenario con Jordi Galán.

-Es importante apoyar a la gente con talento para que se abra camino. En mi caso, de no ser por el respaldo de la familia Beltrán Mata, que me pagó los estudios y ayudó económicamente a mis padres, yo no habría podido seguir con mis estudios de música.

-Usted con trece años trabajaba en una fábrica de pañuelos.

-Así era la vida en aquella época. Trabaja entre las ocho y la una y media. Luego, de tres a seis, iba al Conservatorio del Liceo de Barcelona. Trabajar y estudiar; estudiar y trabajar. Esa era toda mi vida con trece años. También nos tocó dormir un par de noches al raso en la plaza Cataluña porque nos desahuciaron... A la gente le pasaba mucho entonces.

-¿Qué tal lleva la situación en Cataluña?

-(Suspiro) Veo las cosas como... desordenadas.

-Siempre se ha sentido catalana y española.

-Sí, por supuesto. ¿Siempre he preferido sumar y no dividir. Hablo cinco idiomas y eso -no le quepa la menor duda- es un orgullo para mí. Y adoro la lengua catalana, claro.

-Y monárquica.

-Mire, yo crecí en la España franquista y luego, como muchos españoles, apoyé al rey don Juan Carlos como jefe de Estado. Hubo un consenso y eso era positivo. Ahora parece que también lo hay con Felipe VI. Lo importante es convivir y progresar... Ahora, yo sobre todo he tenido buena relación con la reina Sofía, que no solo es una gran melómana, sino una muy buena persona.

-Y de la familia Pujol, ¿qué me dice?

-Pujol hizo cosas buenas en su día, no era un enemigo de Cataluña. Todo esto que dicen ahora parece mentira. No creo que sea un hombre de timar a la gente. En fin, yo no me siento con autoridad para juzgar a la gente. Hay tantas cosas que desconocemos y, aun así, los hay que hablan y hablan como si lo supieran todo de todos...

-Por cierto, nadie mejor que usted para explicar su conflicto con Hacienda. ¿Qué sucedió?

-Ya he dicho todo lo que tenía que decir.

-¿Me lo podría repetir?

- Se trata de un disco...

-¿Un disco?

-En su día, yo firmé un contrato por un disco que nunca se publicó pero que sí llegamos a grabar. Para Hacienda yo cobré una cantidad que realmente no percibí nunca. Ahora el tema está resuelto. He dado medio millón de euros a Hacienda y pagaré una multa.