«Quiero devolver la confianza a los alicantinos, que se vuelvan a ilusionar»
Miguel Valor se convierte en el quinto alcalde de la ciudad tras la dictadura en un acto multitudinario con el que el PP dice adiós a la era Castedo
Eva María Lahoz
Viernes, 16 de enero 2015, 01:13
La ciudad de Alicante vivió ayer una jornada histórica, la de investidura del que ya es el quinto alcalde del municipio tras la dictadura, Miguel Valor. Un traspaso de la vara de mando que surge como mera transición hasta las elecciones municipales de mayo, pero en el que muchos, sobre todo los populares, confían para tratar de poner paz en una legislatura tremendamente convulsa.
En un edificio consistorial que nunca se había visto tan abarrotado de autoridades y representantes del tejido social y económico de la ciudad, Valor tomó posesión de su nuevo cargo y se comprometió a «devolver la confianza a los alicantinos» en los últimos meses de una legislatura que, apuntó, «no ha sido fácil para nadie».
Él mismo reconocía en su discurso las circunstancias excepcionales en las que accede al cargo de alcalde, a pocos meses para las elecciones municipales y por los «imprevistos derroteros de la política». Es decir, por la dimisión forzada de su antecesora, Sonia Castedo, que no acompañó ayer a Valor en su investidura, por sus imputaciones judiciales.
Pese a ello, considera que tiene tiempo suficiente para intentar que Alicante «destaque por lo que ofrece a sus vecinos y a quienes nos visitan», en vez de estar en boca de todos por los presuntos casos de corrupción.
Una idea, la del borrón y cuenta nueva, que no solo él se esforzó en dejar clara. También lo hicieron los numerosos representantes de su partido que le arroparon ayer entre los 400 invitados, desde el presidente del PPCV y la Generalitat, Alberto Fabra, hasta la coordinadora autonómica, Isabel Bonig, que centraron sus discursos del día en la idea del nacimiento de un tiempo nuevo, con la propuesta de olvidar a Castedo y pensar en el futuro.
Pero la sombra de la exalcaldesa es alargada y su figura salió a relucir varias veces en el Pleno de investidura y en las conversaciones previas y posteriores al mismo. La oposición, que no tuvo oportunidad de hablar en la sesión de su renuncia porque se lo vetaron, mencionó en sus discursos la lacra de la corrupción y pidió a Valor que acabe con ella, aunque solo el portavoz de EU, Miguel Ángel Pavón, nombró expresamente a Castedo en una alocución muy dura con ella y con Luis Díaz Alperi que fue castigada por los asistentes con silbidos de desaprobación y sin aplausos al final.
Fabra no se separó ni un momento de Valor, con quien mantuvo una reunión privada antes de su nombramiento y un encuentro más informal, con el resto de la Corporación, después. Y, aunque se le veía claramente más relajado sin Castedo cerca, no pudo evitar ser fotografiado con el exalcalde y exdiputado Luis Díaz Alperi, también imputado en varios casos, que le salió al paso al acabar el Pleno para darle un abrazo, como hizo después con todos los miembros de la Corporación.
La edil Concepción
La sesión comenzó con bastante retraso respecto al horario previsto debido a la masiva afluencia. Los últimos en entrar al Salón Azul fueron los integrantes de la Corporación municipal, por grupos y con el hasta ayer alcalde accidental, Andrés Llorens, el presidente Fabra y el alcaldable Miguel Valor cerrando la comitiva.
La primera en tomar posesión de su nuevo cargo fue la concejal Carolina Concepción, que sustituye en la Corporación a Sonia Castedo y a la que está previsto que hoy Valor dé sueldo y competencias. La edil juró su cargo y recibió el collar y la insignia.
Inmediatamente después se procedió a la presentación y defensa de los candidatos por parte de los cuatro grupos municipales: Fernando Llopis de UPyD, Miguel Ángel Pavón de EU, Elena Martín del PSOE y Miguel Valor por el PP, por orden de menor a mayor número de concejales.
Los tres grupos, PSOE, UPyD y EU, coincidieron en reclamar en sus discursos, como medida urgente, la paralización de la tramitación del Plan General de Ordenación Urbana «bajo sospecha judicial». Una medida que llevarán al próximo Pleno ordinario para obligar a Valor a que se pronuncie al respecto y sobre la que ayer Fabra evitó pronunciarse: «Dejemos trabajar a la Justicia», se limitó a señalar.
También pidieron que se pare la tramitación del macroplan urbanístico de Rabasa, reconvertido en Actuación Territorial Estratégica, que incluye la instalación de Ikea. El segundo de los asuntos por el que fue imputada Castedo y por el que declara hoy.
Valor les afeó que en sus discursos no buscasen el consenso y que se limitasen a «atacar» a su antecesora, a quien defendió al recordar a todos la «presunción de inocencia». Además, el concejal hizo balance de los 20 años de gobierno popular en la ciudad y enumeró las mejoras conseguidas por Alperi y Castedo.
Tras los discursos de los candidatos, llegó el momento de la votación del nuevo alcalde, en la que, sin contratiempos, salió vencedor Valor por 18 votos, frente a los 7 de Elena Martín (faltaba la concejal socialista Ana Paula Cid, por enfermedad) y los dos de Miguel Ángel Pavón.
El experimentado concejal popular no pudo evitar emocionarse al jurar su cargo, en valenciano, y recibir la vara de mando. La voz le temblaba aún cuando inició su discurso de investidura.
Consenso y comunicación
En él, Valor no solo se comprometió a mejorar la imagen de Alicante. También ofreció «consenso» y «diálogo» a los representantes de la oposición, «comunicación» a los trabajadores municipales y los sindicatos que les representan y un Ayuntamiento «más próximo» a los ciudadanos. Resumía, así, en pocas frases, los grandes caballos de batalla de la era Castedo que pretende mejorar en los próximos meses.
Pero cuando la emoción logró desbordarle fue al mencionar a su familia: «Mi mujer, mis hijos...», empezó, pero no pudo terminar la frase: «No sigo porque me pongo a llorar», señaló. Todos ellos, incluidas sus seis nietas de corta edad, le escuchaban desde las primeras filas también muy emocionados. Con ellos comió el nuevo alcalde detrás del Ayuntamiento para después irse a ver tranquilamente el fútbol, una de sus pasiones. Antes, se lanzó a bailar en la plaza del Ayuntamiento con los 'nanos i gegants' al ritmo de la 'dolçaina'.
«A partir de mañana, a afrontar con ilusión el cargo de alcalde», explicaba a este diario.
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