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Bernat Sirvent
Lunes, 19 de enero 2015, 00:40
El empresario turronero José Enrique Garrigós llegó con ilusión a la Cámara de Comercio de Alicante para sustituir, con unos meses de anticipación, al dimisionario y exsocialista Antonio Fernández Valenzuela. Se ganó a pulso, batiendo el cobre, su sucesión natural como estrecho colaborador del empresario socialista. En mayo, el turronero jijonenco cumplirá cinco años al frente de la entidad. Pero es casi seguro que no llegará al lustro. Está haciendo las maletas tras sanear más que menos las cuentas de una institución que ha logrado sortear, en buena parte por la gestión de Garrigós y su equipo, uno de los trances más problemáticos de su secular historia: el impago generalizado de subvenciones comprometidas por la Generalitat Valenciana y, lo que ha sido aún más traumático y demoledor, la supresión por decreto hace tres años (por el Gobierno socialista de Zapatero) de la cuota cameral permanente a todas las empresas en activo.
Varias semanas antes de que Garrigós diga adiós, a la Cámara le están saliendo novios. No es que sea una perita en dulce o una bicoca, como afirman algunas fuentes de la Cámara, pero la entidad es ya, al menos, viable, gracias a los ajustes ejecutados por Garrigós y al nuevo marco legal estatal y autonómico. El próximo jueves, el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, visita la Cámara y a Garrigós. Será para departir con la comisión de empresas colaboradoras, una suerte de compañías que, sin estar obligadas, dan pingües ayudas a esta entidad. Y puede anunciarle el definitivo adiós.
Garrigós dejó claro en el último pleno en vísperas de Nochebuena su intención de abandonar el cargo, si bien lo iba a prolongar unos meses hasta cerrar algún fleco de su trabajosa gestión.
A él, que le han reprochado desde el Pleno de la Cámara en las últimas semanas su vinculación con el escándalo de la CAM (aunque no esté imputado, sino solo expedientado por Banco de España y Comisión Nacional del Mercado de Valores por percibir unos 100.000 euros en dietas supuestamente irregulares) y su implicación en el expediente de investigación tramitado por la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia por participar, presuntamente, en un cártel en el sector del turrón directamente a través de la empresa que él mismo dirige (Turrones Enrique Garrigós Monerris SA), le hubiera gustado no solo agotar el lustro de presidencia (tras cumplir cuatro años tuvo que prolongar otro por la indefinición de la Ley básica de Cámaras de España). También hubiera querido llegar a final de este año, cuando está prevista la elección. Pero Garrigós y sus circunstancias han dicho basta. Tanto que hasta decidió dimitir del comité ejecutivo de la patronal Coepa -donde en realidad nunca se sintió cómodo- el pasado diciembre por carta, para prepararse el terreno de la salida. Hasta podría iniciar la merecida jubilación, desde la inigualable atalaya de La Carrasqueta, sin el cargo de presidente del Consejo Regulador, para el que varios empresarios del turrón ya promocionan a un perfil «más joven y menos desgastado». La salida podría concretarse en abril, más o menos antes de que se sepa si la CNMC le sanciona por presunto amaño de precios del turrón. Un asunto que colisiona directamente no ya con el cargo en la DO sino, sobre todo, con el espíritu de la Cámara. Por un tema similar tuvo que dimitir su homólogo de Coepa, el constructor Rafael Martínez Berna, hace dos años, quien acabó judicializando la multimillonaria multa de Competencia por amañar precios.
¿Y qué pasa de puertas adentro? Pues que empiezan los postulados y los postureos. Aunque el mutis es total públicamente, varios son los empresarios que no hacen ascos al puesto. Y muchos otros los que empiezan a buscar aliados. Rafael Regalado, promotor y presidente de la comisión de urbanismo; Juan Bautista Riera, promotor y fiel y veterano vicepresidente de la Cámara durante muchos años; y Armando Sala (hijo), otro promotor inmobiliario, están en la parrilla de salida. Pero no parece que vayan a ser los únicos de las primeras elecciones disputadas de verdad en la Cámara. Aunque el último informe del Síndico de Comptes de 2013 revela que las pérdidas de la Cámara se multiplican por diez desde la llegada de Garrigós (de 194.301 euros negativos en 2010 pasan a 1.833.673 en diciembre de 2013), la mayoría de sus compañeros destacan la labor de Garrigós en recortar las pérdidas por factores externos y, sobre todo, por atar la viabilidad. Y aunque no participe en la exitosa feria de Navidad de su pueblo, es innegable que a Garrigós le recordarán por difundir el nombre del turrón de Jijona, cuya alcaldía siempre ha ambicionado.
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