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Alberto López y Alfonso Sánchez.
«Pérez-Reverte nos regaló su obra y nos ha acompañado desde el minuto uno»

«Pérez-Reverte nos regaló su obra y nos ha acompañado desde el minuto uno»

Actores y creadores de 'Patente de corso'

DIEGO MARTÍNEZ

Miércoles, 28 de enero 2015, 01:38

Antes de participar en 'Ocho apellidos vascos' -donde dan vida a los amigos del personaje de Dani Rovira-, Alfonso Sánchez y Alberto López no serían ídolos de masas, pero ya contaban con una base de fans muy fiel, gracias, entre otros motivos, a su película 'El mundo es nuestro', de la que ya preparan la secuela. Aparecer en la cinta más taquillera de la historia de España, sin embargo, abre muchas puertas, y los compromisos cinematográficos hacen que la gira de su obra de teatro, 'Patente de corso', deba hacer un parón. La de esta noche en el Teatro Principal de Alicante es la última función del 'tour' de este montaje, en el que convierten más de 30 años de textos de Arturo Pérez-Reverte en la historia de dos tipos: un hombre «harto de estar harto» y un estafador que le enseñará a «convertirse en un hijo de la gran puta».

  • Dónde y cuándo Esta noche, a las 20.30 horas, en el Teatro Principal de Alicante.

  • Precios de 21 a 26 euros.

-Adaptar al teatro artículos de opinión no es muy común. ¿Qué pretendían?

-Alfonso Sánchez. Queríamos hacer un texto que fuera como Arturo: consecuente, con sentido común, guerrillero, directo y que divirtiera al público y le hiciera pensar y sentir cosas.

-Alberto López. En la obra está lo mejor y lo peor que ha dicho Arturo: su parte más brillante, el humor, la guasa... Pero también la parte más dura y cruda: lo que él ha vivido en guerras, lo que reflexiona sobre el ser humano... Había que cortar por algún lado, pero intentamos recogerlo todo.

-¿Qué es lo que va a sorprender?

-A.S. La sensación con la que se va a ir la gente: de haber disfrutado mucho, pero además de haber reído, llorado y reflexionando sobre lo que somos en el mundo en que vivimos. Hay mucha gente que nos ve simplemente como actores de comedia, y se van a dar cuenta de que tanto Alberto como un servidor somos algo más.

-A.L. ¡Y las filigranas que se han hecho para hacer la adaptación! Hay público que no nos conoce, que va por el gancho de Reverte. Esos que tienen sus libros en casa y coleccionan los artículos de los dominicales, y no se imaginan que de todo eso haya podido salir una obra de teatro al uso.

-¿Por qué Pérez-Reverte?

-A.L. Para mí es un artista. Admiro mucho su franqueza y el sentido común con el que dice las cosas.

-A.S. Es el autor con el que, en el momento en que estamos de nuestra carrera, más cosas tenemos en común. Nos habíamos planteado muchos tipos de espectáculo y nunca nos decidíamos. Arturo, que ya es un amigo, y evidentemente uno de los grandes literatos de nuestro país, nos regaló su obra, puso plena confianza en nosotros y nos ha acompañado con su energía, su cariño y su respeto desde el minuto uno.

-¿Es más difícil ponerse ante la cámara o subirse a un escenario?

-A.L. Depende del proyecto, de quién te dirija y de lo que tengas que defender. Una obra teatral se puede convertir en la peor experiencia de tu vida según con quién tengas que trabajar, y defender una peli te cuesta la vida si estás defendiendo lo indefendible. Pero afrontar un espectáculo teatral es muy difícil, y sobre todo éste, con toda la responsabilidad que conllevaba.

-A.S. En realidad, lo que cuesta más es trabajar [risas]. Que te llamen, quiero decir. Nosotros somos unos privilegiados porque generamos nuestro propio trabajo. Y es un disfrute y un placer absoluto cuando te pones delante de una cámara o te subes al escenario, porque hay tanto trabajo previo que cuando llegas a ese momento ya solo te queda disfrutar.

-¿Le cambia a uno la carrera participar en 'Ocho apellidos'?

-A.S. Sí, como cada paso que da uno en su carrera. Pero si antes éramos muy conocidos en el 'underground', ahora nos han visto en el cine más de nueve millones de personas, en una película que formará para siempre parte del imaginario de nuestro país. La gente tiene más claro quién eres y más interés por ver lo que haces.

-A.L. Lo estamos notando mucho con la gira teatral. Estamos yendo a plazas en las que estamos metiendo a mil personas en recintos teatrales, que es algo muy poco habitual en España. Arrastrar a un público de cine a las salas, a ver teatro de verdad, honesto y basado en artículos de uno de los escritores más importantes de nuestro país, es algo muy bonito.

-Mariano, uno de los protagonistas de la obra, es un hombre «harto de estar harto». ¿Ustedes de qué están hartos?

-A.S. Estoy harto, como decía un personaje de 'El mundo es nuestro', de la ineptitud endémica que asola este país. Hay mucha gente ocupando cargos para los que no tienen preparación. Gracias a Dios, creo que la cosa está cambiando: se está siendo un poco más consciente de que tiene que haber un criterio de calidad y de que la gente tiene que dar el callo. ¡Y no solo en nuestro sector, sino en muchos otros!

-A.L. Yo estoy harto de que no prime el sentido común. Poner las noticias, ver lo que ocurre, lo poco que nos amamos... Siendo un país tan alegre como es España. ¡Que nos hemos quedado con el flamenco, hombre, y no con el fado como los portugueses! Por eso me duele mucho que aún yo me haya criado con las dos Españas de fondo, que la cultura se utilice como arma arrojadiza, que haya gente en este país que vive muy bien y aun así no dude en pisar a los demás para vivir todavía mejor...

-¿Le convenció a Pérez-Reverte el resultado?

-A.S. ¡Claro! Estuvo en el mismo estreno en el Teatro Lope de Vega, disfrutó, le pareció una maravilla y su rostro cuando acabó la función y vino al camerino a darnos un abrazo fue uno de los mejores premios que hemos recibido en nuestra vida. Y, por cierto, volverá a acompañarnos en la actuación del Romea, así que para nosotros va a ser una noche mágica.

-Se han convertido en un dúo inseparable. ¿Qué les gusta de trabajar juntos?

- A.S. De trabajar con Alberto me gustan muchas cosas, pero destacaría algo suyo que es innato: esa empatía que tiene con el espectador. Y por supuesto todos esos momentos de genialidad que tiene y que para mí son la sal de la vida.

- A.L. Pasamos muchas horas juntos y, si no comprendes a la otra persona y no te empapas de su manera de ver las cosas, es complicado. De Alfonso aprendo mucho y me encanta su filosofía de vida. Y el talento que tiene, cómo se adelanta a hechos que ocurren en el país... ¡es una enciclopedia!

-¿Tenemos en nuestro país lo que nos merecemos, como se pregunta la obra?

- A.L. Nos han convencido de que estamos bien: la Transición estuvo muy bien llevada, pero se hizo pensando en acomodar a las clases medias. Y la gente ha estado contenta. Pero lo que está haciendo ahora la clase política es directamente una salvajada.

-A.S. Tenemos lo que nos han vendido desde hace muchos años. Después de una larga tradición de gobernantes hijos de puta, nos queda la picaresca [risas].

-Pese a ser una adaptación, ¿hay un punto biográfico detrás?

- A.S. Hasta cuando haces ciencia ficción hablas de lo que te interesa y lo que te mueve. Así que sí: hay mucho de Arturo, hay mucho de Alberto y hay mucho de mí. Arturo lo definió muy bien: «Es la tragicomedia de ser español».

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