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El acusado y atrás su pareja, en otro juicio por el que fue procesado en la Audiencia de Alicante.
«La catana casi me mata»

«La catana casi me mata»

El Ministerio Público pide para el hombre, que fue denunciado por poner música alta y cantar hasta altas horas, y su pareja sendas penas de 4 años de reclusión psiquiátrica

Luis Candela

Viernes, 6 de febrero 2015, 00:30

Prince Jean volvió ayer al banquillo de los acusados junto a su pareja, docente de instituto. Este hombre de 37 años estaba acusado de un delito de atentado con armas a agentes de la autoridad por lo ocurrido en torno al mediodía del 18 de agosto del año pasado. Ese día, un buen número de agentes del Cuerpo Nacional de Policía tuvieron que presentarse en casa del procesado porque lo que comenzó como una denuncia por ruidos terminó en una auténtica batalla campal. Sin embargo, la estancia de ambos en los tribunales no resulta nueva, pues ya fueron juzgados y condenados por la Audiencia Provincial de Alicante por abusar él sexualmente de su asistenta mientras ella grababa las perversiones.

Esos hechos ocurrieron en un chalé del que más adelante se marcharían hasta recalar en la comunidad de vecinos de Juan XXIII donde se vieron volar espadas. De hecho, una catana lanzada por el acusado se quedó clavada en el techo de un coche policial que intervino en su detención. «Casi me mata», relató el policía que iba al furgón a por cascos para sus compañeros. «Escuché un fuerte golpe sobre mí y cuando salía vi la catana clavada».

Según narraron los vecinos, esa mañana el acusado llevaba unas cuantas horas cantando y con la música fuerte. Él mismo reconoció haber estado entonando canciones, pues es compositor, tras fumar un poco de marihuana con el fin de olvidar el dolor que sufría tras haber sufrido, 15 días atrás, un accidente de tráfico, expuso. Sin embargo, poca explicación dio a que comenzase a lanzar objetos por la ventana, lo que obligó a unos chavales que entrenaban en un colegio frente a su casa a refugiarse, ni por qué prendía billetes de las antiguas pesetas y también los arrojaba.

En la barriada alicantina se personaron agentes de la Policía Local, quienes vieron al individuo lanzando pelotas de golf, palos de madera e, incluso, un cenicero de cristal que se reventó al impactar en el suelo desde el quinto piso, como relataron en la vista vecinos que presenciaron los hechos. Ante el complicado escenario, los municipales avisaron a la Policía Nacional. Los agentes conocían al sujeto de intervenciones anteriores por quebrantar una orden de alejamiento interpuesta por un inquilino del residencial de Urbanova en el que vivieron.

Los policías se zafaron del lanzamiento de objetos, subieron a la vivienda, que, según consta en el escrito de acusaciones, había sido bloqueada con muebles, entraron y pudieron reducir a los ocupantes. Los agentes narraron que los acusados los esperaban vestidos con ropa militar blandiendo él otra catana y su pareja un cuchillo, algo que ellos negaron. Además, Prince Jean justificó que tirase la catana en un momento de «pánico y estrés», acto del que se arrepentía. Asimismo, el hombre adujo que sufría una persecución policial desde tiempo atrás, extremo que su esposa también compartía.

El procesado atesora un abultado historial delictivo por el que ha debido dormir en los calabozos en más de una ocasión. Sin embargo, la explicación la aportaron las psiquiatras forenses que lo atendieron tras este último episodio. Según las médicos, Prince Jean sufrió en el momento de los hechos un cuadro psicótico delirante, por lo que tenía anuladas sus facultades mentales.

Al mismo tiempo, su pareja podría padecer un trastorno similar compartido, es decir, que habría hecho suyas las teorías delirantes del marido, de quien dijo que es «un ángel, un artista». De ahí, que la fiscal modificase al término de la vista sus conclusiones, sustituyendo la petición de pena de dos años de prisión para cada uno por la de internamiento por un máximo de cuatros años.

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