¿Para quién es el agua de La Pedrera?

El embalse de La Pedrera, el mayor almacén de agua del Campo de Cartagena y de la Vega Baja, es una pieza clave en el tablero de los regadíos de la cuenca. Sus reservas serían suficientes para aliviar este año la escasez que padecen los agricultores del Trasvase, pero la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) no se decide a dar el paso hasta que no esté aprobado el -controvertido- decreto de sequía. La cuenca del Segura es como China: un país, dos sistemas. En este caso, en la misma demarcación operan dos sistemas de explotación: el tradicional y el del Trasvase. La paradoja llega al extremo de que el agua que hay en La Pedrera es de la cuenca, pero está almacenada en un pantano que pertenece a la infraestructura del acueducto Tajo-Segura.

La Comunidad de Regantes del Campo de Cartagena necesita ese caudal y está dispuesta pagar por él: bien en metálico, a razón de 15 céntimos por metro cúbico si fuera preciso, o con una permuta de los caudales del Tajo. Pero no hay manera, se queja su presidente, Francisco Sáez. Solo reciben largas de la Confederación Hidrográfica. La Pedrera almacena 176 hectómetros y está al 72% de su capacidad. La mayor parte de ese volumen, 130 hectómetros, procede de las avenidas de hace dos años, cuando los pantanos de la cabecera del Segura -Fuensanta y Cenajo- tuvieron que soltar agua a toda pastilla río abajo para evitar el desbordamiento, haciendo hueco en sus reservorios para las siguientes riadas de la parte alta. La Pedrera es el único lugar donde se podían almacenar que no fuera el mar. Es probable que esta primavera haya que desaguar más si el Cenajo rebasa el 80% de existencias. Está cerca.

Se trata de agua de laminación, y, como tal, el decreto de sequía en ciernes faculta a la CHS a distribuir esos caudales para «aliviar déficits puntuales y satisfacer usos prioritarios». El asunto es que los regantes tradicionales también la reclaman para cubrir sus necesidades, y tienen preferencia. Es mucha agua, pero la geografía manda, en este caso la red de canalización: ese agua no puede volver hacia atrás. Solo pueden consumirla los regadíos tradicionales de la Vega Baja y los conectados con el acueducto, principalmente el Campo de Cartagena.

Para los más iniciados, existe un debate de fondo sobre el uso final de esos recursos en base a unos porcentajes. La Comisaría, no obstante, zanjó el asunto en enero señalando que los caudales pertenecen a los huertanos. Otra cosa es la redistribución que se haga al amparo del decreto de sequía. Ahí están las espadas en alto.

Francisco Sáez reconoce que ese agua no es del Trasvase, aunque está almacenada en un pantano del acueducto, pero pide celeridad a la CHS para que puedan utilizarla pagando un canon. «Nosotros estaremos encantados si nos cuesta 15 céntimos Es agua buena. Pero dice el presidente de la Confederación que de momento no se toca. Mientras tanto, tenemos a 3.000 regantes sin recursos y esperando». Se queja de la lentitud administrativa y de los tres meses que necesita el Ministerio para aprobar el decreto.

Opina que con la experiencia adquirida, las medidas excepcionales contra la sequía deberían activarse de forma automática. «Estamos perdiendo producciones. Basta con que nos adelanten el agua para que no se queden las plantaciones a medio. Estamos en unos momentos malísimos y la gente se encuentra desesperada porque se ha plantado mucho».

Suben las reservas

Los pantanos de la cuenca del Segura cuentan con unas reservas de 719 hectómetros nueve más que la semana pasada, según datos del Ministerio de Agricultura. Disponen de 93 hectómetros menos que en la misma fecha de año anterior y 278 hectómetros cúbicos más que la media que suele almacenar en esta época del año (441 hectómetros cúbicos). En el conjunto nacional, la reserva hidráulica está al 73,4%, tras aumentar esta semana en 57 hectómetros. Los embalses peninsulares acumulan 41.368 hectómetros.