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José Vicente Pérez Pardo
Viernes, 6 de marzo 2015, 01:09
Alberto Fabra será el candidato del PPCV para la Generalitat Valenciana. Aunque estaba descontado desde hace dos meses, la peculiar manera de gestionar los tiempos del presidente nacional del partido, Mariano Rajoy, ha provocado el desabastecimiento de 'tranquimazin' en las farmacias del contorno del Palau de la Generalitat. Todo el mundo contaba con que el actual inquilino sería el encargado de intentar que el Partido Popular no pierda esta importante plaza en las próximas elecciones autonómicas de mayo, pero el anuncio no terminaba de llegar.
El comité electoral regional elevó ayer por la tarde la propuesta a su homónimo nacional, que hoy la ratificará previsiblemente, ya que cuenta con todas las bendiciones de Génova. La misma secretaria general, María Dolores de Cospedal, se lo comunicó a Fabra, según manifestó ayer el propio interesado: «Hace unos días les decía que estaba en modo espera y ahora estoy en modo candidato», dijo satisfecho momentos antes de participar en un acto con motivo del Día de la Mujer. Incluso contó alguna que otra anécdota: «Fíjense, estaba pendiente de la llamada y cuando ha llegado no estaba, he tenido que devolver la llamada», dijo a los periodistas antes de entrar en la sede de los populares valencianos.
Irónico que fuera la secretaria general quien le diera la confirmación, pues fue la misma Cospedal quien sembró en diciembre las dudas sobre la continuidad de Fabra cuando confirmó que el PP había preguntado por varios candidatos en sus últimas encuestas electorales.
Y es que Fabra nunca las ha tenido de cara. Entró como presidente de la Generalitat Valenciana tras la dimisión de Francisco Camps en julio de 2011 y la sombra de su antecesor siempre le ha perseguido, desde los once imputados que tenía el grupo popular en Les Corts Valencianes por diversos asuntos de la anterior etapa hasta el 'caso Valmor', por el que tendrá que declarar el jefe del Consell como testigo. Todo ello en mitad de la crisis económica más aguda de la democracia, que prácticamente ha obligado a resetear financieramente la Generalitat Valenciana.
Saltan las alarmas
Su gestión, y su famosa 'línea roja' contra la corrupción, le han hecho sospechoso para muchos compañeros de partido, que no terminaban de fiarse de él, ni tampoco de sus propios superiores. Los resultados de las elecciones europeas, donde el PPCV perdió casi 500.000 votos pese a seguir siendo la fuerza más votada, hicieron saltar las alarmas en Génova sobre los frutos de las políticas emprendidas por Fabra.
La invitación de Mariano Rajoy a Rita Barberá en septiembre para acudir a La Moncloa fue el punto más bajo de Fabra. Fue la escenificación de que la favorita del presidente popular era la alcaldesa de Valencia, pero ésta declinó el ofrecimiento. Después, para el puesto han sonado varios nombres: Esteban González Pons, que al parecer también lo rechazó; Isabel Bonig, María José Catalá y hasta un semidesconocido Vicente Betoret, secretario general del PP en Valencia. Este último impulsado por Alfonso Rus, uno de los más críticos con Fabra.
Frente a esto, Fabra pidió a los tres presidentes provinciales del partido que avalaran su candidatura, a la vez que comenzó una ronda de entrevistas por medios nacionales para promocionarse, pero ni Rus, ni Císcar ni Moliner quisieron firmarle. Otra muestra más de que no es el más querido de la organización.
Fue el propio Mariano Rajoy quien tranquilizó a Fabra tras clausurar en Alicante el Congreso de la Empresa Familiar en noviembre. El jefe del Consell mantuvo un encuentro con el presidente y, desde entonces, ha mantenido un perfil bajo y discreto, como le gusta a Rajoy, hasta que ayer se hizo pública su candidatura.
En medio, su 'línea roja', que le ha permitido eliminar a todos los diputados autonómicos imputados en Les Corts y que se ha llevado también por en medio a Sonia Castedo y lo hará con Milagrosa Martínez, aunque ésta se resista más. Ha sido uno de los principales avales de Fabra para que la dirección nacional haya dado su conformidad.
Así que el castellonense enfrentará sus primeras elecciones como cabeza de cartel popular con la difícil misión de mantener la mayoría absoluta que ha ostentado su partido desde que Eduardo Zaplana le arrebatara el gobierno de la Generalitat a Joan Lerma en 1995. Los sondeos pronostican una caída de hasta un 50% del voto de los populares, que se quedan muy lejos de la mayoría absoluta en Les Corts, ni aun con pactos con Ciudadanos o UPyD.
A pesar del azaroso camino, lo cierto es que ha sido una victoria de las denominadas pírricas. Alberto Fabra será el cabeza de cartel electoral de los populares valencianos, pero no tendrá mando en plaza en la organización, ya que la dirección nacional le ha rodeado de 'íntimos' enemigos. Ha colocado al vicepresidente José Císcar como número uno por Alicante y a la consellera y coordinadora general del PPCV, Isabel Bonig como cabeza de lista por Castellón. Para colmo, ni siquiera podrá nombrar a su 'número dos' por Valencia, ya que Rita Barberá ocupará ese puesto.
Conocida es el distanciamiento que mantienen Fabra y Císcar desde hace tiempo, con escabrosos episodios como la 'caza del topo del Palau' que ha terminado en los juzgados. De hecho, parecía que el futuro del presidente provincial del PP estaba más cerca de Alicante que de Valencia, pero la dirección nacional ha preferido que mantenga una conexión con la capital autonómica.
Más o menos lo mismo que a Isabel Bonig. Fue Fabra quien la aupó desde la Alcaldía de Vall d'Uxó hasta una de las carteras más importantes: Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente. Orgánicamente, también fue ascendida y es la coordinadora general del PPCV, 'número dos' de la organización a todos los niveles. Sin embargo, precisamente por su proyección se ha granjeado envidias y recelos con buena parte del entorno del presidente. Bonig ha sonado mucho como relevo de Fabra, tanto en presente como en futuro y parece que así seguirá siendo. Estará en Les Corts y algunas fuentes apuntan a que estará preparada para ocupar la presidencia del partido si es que se produce una 'travesía en el desierto', es decir, si el PPCV pierde las elecciones. Son precisamente estas fuentes quienes la ven como un puntal que volvería a aglutinar el partido, cosa que ahora mismo no ocurre.
Las quejas que ha recibido la dirección nacional del partido han hecho mella en la confección de las candidaturas autonómicas. El hecho de que no se haya ratificado solo a Alberto Fabra, sino que sea el mismo día que los cabezas de lista provinciales y los alcaldables a las capitales resta protagonismo al aspirante a la Generalitat Valenciana. Será una 'libertad vigilada' para Fabra, muy pendientes desde Madrid de lo que ocurra el 24 de mayo. No en vano, les va en ello La Moncloa cinco meses después.
Claro que esto es a día de hoy. Si hace cuatro meses Fabra estaba descartado y hoy es candidato, ¿quién no dice que se puedan dar la vuelta a las tornas y si consigue gobernar se vea como futuro relevo de Mariano? Cosas más raras se han visto.
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