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Los costaleros esperan la señal para avanzar con el trono del Cristo de la Paz anoche durante la procesión de Jueves Santo.
La música clama por el silencio del Señor

La música clama por el silencio del Señor

La Santa Cena y la Buena Muerte acompañan por primera vez las procesiones con misereres y cantos

José Vicente Pérez Pardo

Viernes, 3 de abril 2015, 02:13

La madrugada del Jueves Santo reclama silencio, recogimiento, penitencia. Tres conceptos difíciles de compatibilizar con la actividad de una ciudad bulliciosa en estos días festivos, llenos de visitantes y turistas ansiosos de actividad. Frente a ellos, las hermandades de la Semana Santa alicantina piden respeto en un día especialmente emotivo para su sentimiento, sin que por ello deban sentirse culpables. Y lo hicieron de la mejor manera posible: con música.

La Hermandad de la Santa Cena preparó un magnífico espectáculo, por qué no decirlo, con el primer Encuentro de Tronos en la confluencia de la avenida de Estación y la calle Tucumán. Instalaron un completo sistema de megafonía por el que desde media hora antes de que salieran los pasos ya iba metiendo al público en situación, un público cada vez más numeroso al que se ya se dio cita el año pasado cuando la hermandad juntó a sus tronos con motivo del centenario de la orden salesiana en Alicante. Con más arraigo, se convertirá en uno de los momentos más especiales de la Semana Santa alicantina, si no lo es ya.

Conforme avanzaba el enorme paso de la Santa Cena, el más grande de España con unos 200 costaleros, por la calle Tucumán se dejaba sentir ese instante especial de ver los cuatro tronos de la hermandad en un único sitio. Lucía el trono como nunca, con nueva parihuela y el plateado de la canastilla. El viernes serán los vecinos de Sant Joan quienes lo podrán ver, ya que por primera vez sale de Alicante a la vecina localidad de L'Alacantí.

Alineado tras la Santa Cena, estaba el Cristo de la Caída y el Cristo de los Jóvenes, mientras que María Auxiliadora recorría Ferré Vidiella para salir por el otro lado del Palacio Provincial.

Cuando los cuatro tronos estaban en situación, se comenzaron a recitar los versos de 'Getsemaní', por el poeta malagueño Paco Barrabino. Este recitar sirvió para la entrada de la Santa Cena, que dobló y se situó ya en la avenida de la Estación esperando al resto, que conforme llegaban oían una composición y una música, de Mozart al 'Ave Maria' de Schubert para la entrada de la Virgen. A pesar de la muchedumbre, poco a poco comenzó ese silencio que la música y la emoción pueden conseguir, tal es el propósito.

En pocos momentos se puede conseguir, pues el gentío es difícil de controlar y las hermandades se superan año a año para conseguir sus fines. Incluso, si es necesario renovar las tradiciones, como ocurrió ayer por primera vez con el Cristo de la Buena Muerte, que tanto bien ha hecho en la ciudad y, por eso, tantas promesas arrastra tras él en señal de agradecimiento.

A la multitudinaria salida de la concatedral de San Nicolás le acompañó esta vez un grupo de cantores que le dedicaron un 'miserere', el canto penitencial por excelente. Sorpresa del público en general, ya que ni el Perdón ni la Buena Suerte llevaban nunca acompañamiento musical por su carácter austero. «Queríamos conseguir el silencio con música», explicaba el párroco de San Nicolás, Ramón Egío, a este periódico.

A fe de que la sorpresa dejó mudo al público alicantino presente. En varios lugares del recorrido se repitió esta iniciativa impulsada por la hermandad. Fueron pequeños rincones del Casco Antiguo en los que se juntaron los sentimientos que esta imagen despierta con la congoja de la música. Imposible aislarse de estos momentos.

No fue la única novedad que se presentó ayer en este Jueves Santo que es sinónimo de austeridad, seriedad y tradición. En la Hermandad Penitencial del Perdón, por primera vez los niños salían sin capirote. Así lo continuarán haciendo hasta que tomen la primera comunión, según lo ha decidido la hermandad.

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