

Secciones
Servicios
Destacamos
EFE/R. A.
Domingo, 26 de abril 2015, 02:25
Las fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy congregaron un año más a miles de personas en la primera jornada de la trilogía festera, que entre sus novedades más destacadas, asistió la primera arrancada de Diana a cargo de la filá Marrakesch, integrada exclusivamente por mujeres.
Una marea humana integrada por festeros, curiosos y turistas fluía por las calles del casco antiguo desde primera hora de la mañana y, con el paso de las horas, cada vez con más dificultad.
La filà de los Vascos se erigió ayer en la fuerza hegemónica de los ejércitos cristianos que por la mañana 'conquistaron Alcoy y sometieron a las fuerzas musulmanas, en el primer episodio de las Entradas, el principal acto de las fiestas de Alcoy.
En el segundo día de la fiesta y como es tradición, el sargento cristiano, representado por Mateo Martín, encabezó el paso del capitán, Eduardo Tormo, por las céntricas calles de la ciudad. El boato, obra de Santi Carbonell y Víctor Ferrer, se ha estructurado en cuatro partes, escenificando la historia del siglo XIII que da sentido a esta fiesta.
El primer episodio del boato ha representado un enfrentamiento entre moros y cristianos a las puertas de la ciudad. A continuación, se escenificó la sociedad medieval, con telares, cántaros, herreros, ganadería y comercio. La representación histórica tomó forma con el paso de los reinos aliados cristianos de Granada, Castilla, Asturias, Navarra y Aragón.
Eduardo Tormo, que ya fue capitán cristiano hace 14 años y ayer volvió a recoger las llaves de la ciudad, conquistó de nuevo el corazón del fiesta, escoltado por hidalgos en caballo y damas en carrozas.
Cerraba el desfile el Alférez cristiano, Ignacio Herrero, de la filà Mozárabes, con un boato integrado por abanderados mulaidís y evocaciones a la mezquita de Córdoba y la Alhambra de Granda, todos ellos acompañados del ballet Gawazi que interpretaba el baile de los caballos hundidos en los jardines de la Alhambra. Durante la entrada no faltaron a su cita otros protagonistas como el embajador cristiano, Ricardo Sanz, y mossén Torregrosa, representado por José Juan Olcina.
Por la tarde fue el turno de los caballeros del bando moro bajo el mando del Capitán de la filá Judíos, que iba escoltado por un imponente ejército y un no menos espectacular boato con el que no solo reconquistaron las calles de la ciudad si no también los corazones de los espectadores.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.