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Bernat Sirvent
Lunes, 1 de junio 2015, 00:32
Burbuja es una palabra que en los manuales de economía aplicada y análisis económico alude no solo a los mercados financieros, sino también a los propios sectores productivos. Vinculada más al golpe especulativo de un determinado mercado, por una subida anormal y prolongada de los precios, se relaciona asimismo con la sobreoferta. Un fenómeno coyuntural que, en opinión del presidente de la Asociación Nacional de Elaboradores Artesanos de Helados y Horchatas (Anhcea), José Luis Gisbert, sí se está registrando ahora en Alicante capital y en prácticamente todos los municipios de su litoral turístico.
Los buenos márgenes de comercialización del helado, una de cuyas materias primas es el agua pero no la única; la estabilidad del mercado pese al lustro de dura recesión en España; y la explosión de emprendedores sin un futuro laboral asegurado o que prueban fortuna en este segmento de consumo popular explicarían el estallido de las heladerías, la mitad de ellas italianas.
A las burbujas de las panaderías y bollerías, de los bazares chinos del todo a cien, de las tiendas de 'vapeo' o de las de las fruterías de los paquistaníes, todas en plena crisis, les sucede ahora, cuando los primeros síntomas de recuperación vienen avalados por los datos oficiales de empleo, afiliación a la Seguridad Social, consumo interno o flujo de crédito a pymes y familias, la burbuja de las heladerías.
Uno de los mayores exponentes es la ciudad de Alicante. Pero no el único. En la capital administrativa de la Costa Blanca, deviene desde hace un par de años, con la colaboración estrecha y necesaria del Ayuntamiento, un fenómeno social denominado 'tardeo'. Es precisamente en torno al área de la otrora fantasmagórica calle Castaños donde se desarrolla esta última burbuja.
Sin ir más lejos, el pasado viernes por la noche abrió en la Rambla, junto al parking de Pirámide, Antica Gelateria, con sede, según su cartelería y fachada de madera labrada en pocas semanas, en Torino, en 1884, con empresario italiano al frente. En breves semanas, también pondrá en marcha la mantecadora y el robot para hacer helados artesanos 'in situ' con frutas ecológicas y sin conservantes ni colorantes La Neu, en calle San Francisco, con el emprendedor Jorge Sirvent como ejemplo de modernizacion del sector. No son los únicos casos ilustrativos de esta burbuja refrescante. En la zona también están La Ibense, junto al Teatro, propiedad precisamente del presidente de Anhcea, José Luis Gisbert, o el Peret y Antiu Xixona en la Explanada, tres clásicos del cucurucho, que desde hace pocos meses tienen que competir con Borgonesse en el Portal de Elche, Livanti junto a la Concatedral o Amorino, también en la Rambla.
A los que se suman Farggi del restaurante Miami, Brownie&Cream y Venetia en calle Mayor. Bolas de helados, en casi todos los casos, con medio centenar de sabores distintos a precios ajustados. Hasta en los barrios ha habido explosión del helado. Caso del Pla, en cuya popular y conocidísima Plaza Manila inauguró hace ya casi un año un establecimiento refrescante el exjugador profesional de fútbol y exentrenador, entre otros, de clubes de primera división como Levante, Valladolid o Almería, Juan Ignacio Martínez 'Jim'.
«El helado sigue siendo un negocio apetecible por los emprendedores porque hay mucha gente en paro que se lanza al haber otras empresas que te lo montan todo, no es barato, pero lo ponen fácil; además, las familias tienen menos miedo a consumir; no se ha desplomado el consumo ni en la crisis; y los precios siguen siendo ajustados, no es ningún lujo su consumo», añade el ibense Gisbert.
Hay, no obstante, un factor de mucho más peso para que el negocio prospere más que los champiñones: el clima de la Costa Blanca. Gisbert lo tiene claro. Esta primavera se ha vendido más por la escasez de lluvias y por las temperaturas atípicamente más elevadas en el mes de mayo. La opinión la comparten otros profesionales, como Marcelo Ferrer, propietario de Helados Mira, en e l paseo marítimo de El Campello. «El helado depende más del tiempo que de la crisis económica, es clave el sol y que los fines de semana de junio a septiembre no llueva».
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