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J. A. M/F. R.
Martes, 16 de junio 2015, 02:18
Rafael Blasco ya no es aquel comunista activista del Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico (FRAP) que fue encerrado en la Modelo de Barcelona el 2 de junio de 1976 después de volver de Francia donde participó en una reunión de su partido. Ayer, 40 años y 13 días después, ingresó en otra cárcel, en el Centro Penitenciario de Picassent. Iba vestido como cuando era conseller o síndic de Les Corts: traje azul, impecable.
Llegó a la prisión valenciana pasadas las 8.30 horas en un vehículo todocamino de color blanco de una firma japonesa. Su acompañante dejó el coche en la zona de visitas. Rafael Blasco, con 70 años cumplidos en el zurrón de su vida. Cogió del maletero del coche un par de bolsas con su equipaje y entró en la instalación penitenciaria, donde pasó la primera de muchas noches fuera de su casa. Lo hizo en el área de ingresos, hasta que se le asigne un módulo y un compañero.
Por delante, una condena de seis años y medio confirmada por el Tribunal Supremo -le rebajó año y medio la pena impuesta por el Superior de Justicia- por el desvío de fondos de la Generalitat destinados a cooperación internacional, y un par de juicios más por esta causa con un contenido similar al que la ha supuesto esta condena.
El siete veces conseller, estratega del PP provincial de Valencia de Alfonso Rus, con quien compartía amistad, y del que fuera líder autonómico popular, Francisco Camps, artífice de centrar en los años 90 a los populares de Eduardo Zaplana y de dulcificar su imagen ante la sociedad, fue acompañado a la entrada de las instalaciones penitenciarias por agentes de la Guardia Civil.
Nada más llegar, según indicaron fuentes penitenciarias, Rafael Blasco fue sometido primero a una revisión de sus pertenencias. Al parecer estaba bien informado sobre los objetos que podía introducir en la prisión. Ninguna de sus pertenencias fue requisada.
Durante la revisión de sus enseres, al menos, se le vio entero de ánimo y con su futuro inmediato bien asumido. La misma entereza que trató de hacer ver a los suyos, aunque reconoció que nunca se sintió tan afectado a la hora de ir a prisión como en esta ocasión. No es lo mismo tener 30 años que 70. Aún considera que a él no se le ha hecho justicia porque ni se ha probado que se enriqueciera ni se ha enriquecido, afirma. Asegura, además, que tiene la conciencia tranquila por su actuación y se mostró dispuesto «a servir a quien lo necesite allí dentro».
Según sus primeros comentarios en el interior de la prisión, Blasco había sido informado de que la de Villena es una cárcel más moderna y con mejores instalaciones, pero el exconseller decidió Picassent porque es la más cercana a los domicilios habituales de sus familiares. «Mi familia no tiene por qué pagar por esto», afirmó en referencia a los desplazamientos de sus parientes próximos para las visitas.
Rafael Blasco, como confirmaron las mismas fuentes, estaba previsto que pasara su primera noche en la zona de ingresos, a la espera de que se le designe un módulo y un compañero de celda definitivos. En el área de ingresos puede permanecer una o dos noches, el tiempo que se necesite para poder efectuar la evaluación médica, la entrevista para efectuar la valoración psicológica y otros trámites propios de las primeras horas en prisión de cualquier recluso.
El que fuera uno de los políticos más influyentes del PSPV en los 80 y en los 90 y principios de este siglo en el PPCV comunicó el pasado viernes al TSJ que iría a Picassent.
Reacciones
La entrada de Rafael Blasco en la prisión de Picassent no pasó desapercibida en los que habían sido los partidos políticos de la oposición en Les Corts, hoy convertidos en formaciones de gobierno.
Clara Tirado, diputada autonómica socialista, una de las artífices de la puesta en marcha del 'caso Cooperación', afirmó que la entrada en prisión del exconseller es «un símbolo para toda la Comunitat», que coincide con la «caída del régimen del PP». Para la diputada autonómica, es «una imagen simbólica», ya que Blasco «ha sido el principal arquitecto que ha construido durante los veinte años de gobierno del PP las tramas de corrupción que han beneficiado a él personalmente, y también a su partido».
Mireia Mollá, diputada de Compromís que llevó las irregularidades ante la Fiscalía en 2010, dijo que «no pisa la prisión Blasco, sino que pisa Picassent el PP». A su entender en la jornada de ayer culminó «la condena a toda una etapa histórica, la de PP». «En lo personal y en lo político, en Compromís estamos tremendamente satisfechos por ver este momento, tras los cinco años de andadura en la denuncia del caso Blasco, que culminan haciéndose justicia», dijo Mollà. «Yo me quedaría con la frase ¡qué dulce sabor la justicia!», agregó la parlamentaria autonómica y concejal en Elche.
Por su parte, la portavoz autonómica de Ciudadanos, Carolina Punset, dijo que «de todos los desfalcos de dinero que ha habido en la Comunitat, el caso de Blasco ha sido el más vergonzoso», y reclamó que la nueva composición de Les Corts «repruebe públicamente» al exconseller.
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