Esther Brotons
Lunes, 20 de julio 2015, 00:31
A la una de la tarde, un grupo de adolescentes esperan en el Hospital de Sant Joan. Es jueves y puede que alguna entre a la terapia con vendajes en el brazo por una autolesión. Unos cortes, un castigo que se han infringido, que reflejan el sufrimiento por el que están pasando. Eran brillantes en los estudios y ahora se sienten vacías y no se gustan nada, lo que también les lleva a presentar, en aproximadamente la mitad de los casos, alteraciones en la alimentación.
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Las psicólogas clínicas Eva Martín y Cayetana García han puesto en marcha en el Hospital de Sant Joan -con el apoyo del jefe de Psiquiatría, Vicente Elvira- una iniciativa pionera en la Comunitat. Se trata de un Programa de autoRegulación Emocional en la Adolescencia (PREA), para trabajar el manejo de las emociones de manera temprana con jóvenes entre 14 y 19 años que son tratadas en las unidades de Salud Mental Infantil de la provincia. Padecen problemas de inestabilidad emocional y conducta impulsiva, que si no se atajan a tiempo y se cronifican, en algunos casos podrían devenir en un trastorno límite de personalidad (TLP), una patología grave que se suele diagnosticar a partir de los 16 años, pero principalmente en la edad adulta.
El programa de intervención grupal con las adolescentes, que consta de ocho a diez sesiones de carácter semanal, está diseñado en formato taller, lo que facilita la intervención en grupo y supone un refuerzo a la terapia individual que ya están recibiendo.
«Suelen ser chicas que estaban sacando buenas notas, ochos, nueves y diez y de repente un año no van al colegio y no pueden seguir estudiando», afirma la psicóloga Cayetana García. No hay factores que expliquen la causa de sus estados emocionales intensos. De la tristeza pasan a la depresión por situaciones que pueden parecer nimias para el resto. Y su enfado se puede convertir en furia.
Explicar cómo se sienten no es sencillo y mucho menos encontrar una causa o un porqué. No se trata de casos de adolescentes que se rebelen contra las normas, ni que han sufrido un trauma en la infancia (nada que ver con las historias del programa de televisión 'Hermano mayor', matizan). «Las pequeñas frustraciones les van hundiendo y la vivencia que tienen de las situaciones siempre es autodestructiva», explica la psicóloga Eva Martín. Pone un ejemplo: «Si sus amigas han quedado para salir y a ella no le han dicho nada, la conclusión que sacan que es porque no soy lo suficientemente válida. Se les activa una forma de pensar que les lleva a hundirse, a sentirse la peor del mundo, a creerse que es una persona inválida que hace sufrir a la gente que quiere. Utilizan de forma recurrente la autolesión. Así es como lo viven».
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Esa inestabilidad les lleva a dejar de comer o, por contra, a atiborrarse, a autolesionarse, aislarse... Son frecuentes cambios de humor que sus familiares no saben cómo afrontar, lo que ha llevado a las especialista a diseñar sesiones específicas para ellos, la familia, con el objetivo de que obtengan información sobre los problemas de regulación emocional y un asesoramiento sobre cómo actuar con sus hijas.
Evolución positiva
En los últimos tres años, las psicólogas han detectado un aumento importante de casos que llegan a las consulta. Y tampoco hay una causa concreta que pueda explicar este incremento. Hace año y medio se pusieron en marcha con el diseño del programa, del que no hay antecedentes en la Comunitat.
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Según explican, «en adolescentes hay pocas experiencias en España. Es un programa innovador porque a partir de los que ya hay en adultos hemos llevado a cabo una adaptación dirigida de manera específica a las adolescentes y a que resulte más efectivo y atractivo para ellas». Además, ante la saturación y demoras en las unidades de salud mental, estas terapias permiten rentabilizar combinando ambas asistencias.
El objetivo del plan es el entrenamiento de habilidades para afrontar sus emociones y conductas problemáticas buscando otras maneras de manejarlas. Las técnicas que emplean es la validación emocional, ayudándoles a que entiendan y aceptan que ese sentimiento que experimentan es válido para un situación concreta; la distracción, para que intenten no centrarse tanto en esa emoción y se vuelquen en otras actividades; y los filtros cognitivos. Según las especialistas, son ideas centrales que se activan todo el tiempo cuando se sienten mal del tipo «no valgo para nada, nunca voy a tener amigos o los demás son más importantes que yo».
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«Si son capaces de identificar que ese pensamiento se está activando y que es responsable del malestar pueden ser capaces de no hacerle caso y alejarse de él haciendo otras actividades», añaden. La adherencia de las jóvenes al grupo es muy alta, con una evolución positiva que les permite ir retomando aspectos de su vida como, por ejemplo, los estudios.
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