Siete años de cárcel para el octogenario que acuchilló a su pareja y se echó a dormir

A sus 86 años, Gerardo deberá pasar entre rejas los próximos siete. La Audiencia Provincial de Alicante ha condenado a este hombre, que ya lleva 17 meses en prisión, por acuchillar por la espalda a la que el 6 de abril de 2014 todavía era su mujer. Según ha quedado probado, esa mañana el penado esgrimió un cuchillo de grandes dimensiones y abordó a su pareja de forma «sorpresiva» en el pasillo del domicilio conyugal para asestarle varias puñaladas en el cuello, el abdomen y la cabeza y después se echó de nuevo en la cama. Es decir, que intentó asesinar a su esposa pocos minutos después de que esta le hubiese preparado, como cada día, el desayuno.

No obstante, el tribunal de la Sección Primera entiende que el hombre, nacido en Álava, tenía «limitada la capacidad de comprensión de la licitud de los hechos», como también «la capacidad de respuesta conductual a tal comprensión». De ahí que la magistrada ponente del fallo aplique la atenuante de anomalía o alteración psíquica.

Además de la pena de prisión, el condenado no podrá acercarse en 14 años a menos de 500 metros de la víctima ni comunicarse con ella, y deberá abonarle 12.620 euros en concepto de indemnización por las lesiones, secuelas y daños morales ocasionados a su excompañera, representada por la letrada Paula Gil de Bernabé Díaz.

El 5 de mayo del año pasado, Gerardo se dejó cerca un cuchillo de cocina en la mesilla de noche antes de acostarse. Su pareja no se extrañó, pues pensó que podría usarlo para abrir una caja de medicamentos, de los muchos que el hombre tomaba de forma diaria.

Sin embargo, sobre las ocho de la mañana del día siguiente se supieron las verdaderas intenciones del octogenario. La mujer preparó el desayuno y se lo llevó a la habitación de la vivienda que compartían en la calle Bernardo López de Alicante. Cuando iba por el pasillo, la víctima sintió como la agarraban y la cosían a cuchilladas, varias de las cuales no afectaron a órganos vitales de milagro, como refirió uno de los médicos forenses en su informe.

La agredida pidió ayuda mientras sangraba hasta que una vecina pudo oírla y llamó a la Policía Nacional, cuyos agentes detuvieron al procesado, y a las asistencias sanitarias. Esta testigo dijo haber escuchado en ocasiones discusiones entre la pareja e, incluso, la mujer le había relatado episodios violentos previos. Sin embargo, el tribunal no ha hallado prueba suficiente como para condenar al hombre por maltrato, como pedía la acusación particular, ejercida por la víctima.

Según refiere la sentencia, «nos encontramos con unos hechos sin la mínima concreción circunstancial temporal o de lugar, lo que limita el derecho de defensa del acusado», con respecto a las agresiones físicas y verbales que denunció en el juicio la mujer. Salvo su testimonio, prosigue el fallo, «tampoco se aportan corroboraciones externas que sustenten sus aseveraciones sobre el trato humillante» que dijo recibir.