Croquetas y arroces de altos vuelos

Hay restaurantes que están físicamente descolocados, perdidos, en sitios donde no deberían estar. Siempre pienso esto del restaurante El Misteri d'Anna en Elche y lo pienso continuamente del restaurante La Tartana en El Altet. Pero siempre que voy pienso que si hacen las cosas tan bien, quizá en un sitio distinto perderían su esencia, harían otra cocina o serían otra cosa. Una duda de difícil resolución.

La Tartana es un pequeño restaurante situado en una avenida de paso en la pedanía de El Altet de Elche. Muy cerca del aeropuerto, lo que le debería dar cierta clientela, aunque es más un lugar donde vamos a disfrutar clientes más o menos habituales. Un rinconcito secreto y poco visible que solo conoces si te lo cuentan. Porque puedes pasar con el coche cien veces por la puerta y no parar nunca. Ni siquiera verlo. Local pequeño, cómodo, adornado por las propias fotos de sus platos y alguna estantería con botellas. Es agradable, cómodo, sin ostentaciones.

Y fue un desconocido para mí hasta descubrir una aplicación de móvil, El Tenedor, donde poder hacer reservas que, en algunos casos, acompañan con ciertas promociones. La Tartana siempre tiene activa una con un 30% de descuento en carta (salvo bebidas, pan y menús). Algo a tener en cuenta ya que el ahorro es considerable.

Algo escéptico acudí la primera vez, hace ya un par de años, con dicha promoción bajo el brazo, pensando que si alguien tenía que hacer un 30% de descuento en su carta, algo no debía funcionar bien. Y me dieron en todo el morro. Descubrí una forma de trabajar, por desgracia, poco habitual. Un matrimonio, él en sala, ella en cocina, pausado y profesional y con las cosas muy claras.

La sala se lleva con tranquilidad pero de forma eficiente, aconsejando perfectamente tanto en los platos como en la selección de vinos. Siempre con opciones diferentes, como el trabajo que realizan ahora junto a la Bodega La Encina (vinos ecológicos del interior de Alicante). Lo completan con una extensa carta de cervezas, aunque echo de menos alguna artesana para disfrutar de forma pausada.

La cocina hace gala de un saber hacer perfecto y de la selección de un producto de mucha calidad. Imprescindible la pata de pulpo a la brasa, tierna y con el toque crujiente justo del tostado. Tampoco hay que saltarse las croquetas, que en carta las venden como 'las croquetas de nuestra cocinera', donde cada día les dan una vuelta a las habituales y no te dejan nunca indiferentes. Probadas las de sobrasada y miel con mahonesa de manzana asada y las de cecina con mahonesa de cebolla caramelizada, es complicado quedarme con unas por su fritura perfecta y buena melosidad. Para acabar con los entrantes, y poniendo sobre la mesa la calidad en el producto comentada, la ensalada de capellanes es perfecta, con el pescado a la llama, tierno. Y tomates de verdad, con sabor a tomate (lo triste es que lo tenga que destacar).

Pero si hay algo que me gusta de este local son sus arroces, donde la potencia es denominador común. El de secretos ibéricos con setas confitadas, muy de invierno, lo recuerdo como uno de los mejores que he comido. Decantarse por el de chopitos y ajos tiernos también es un acierto. En cualquier caso, sabor y más sabor con un punto de melosidad.

Entre los postres, todos caseros, destacan un coulant de chocolate, la tarta de manzana o la milhojas de mermelada de naranja. Interesante ver cómo tienen en carta de forma permanente un postre con turrón (de Pablo Garrigós), algo que me parece imprescindible en cualquier restaurante de la provincia que use producto local.

En definitiva, local por el que merece la pena un desvío o una parada, donde probar una cocina muy cercana, servida de forma profesional, con mucha calidad y a un precio más que interesante. Si estuviera en el centro de Elche o Alicante sería una referencia.