Los pueblos de los embalses de cabecera quieren una reserva mínima de mil hectómetros

Las poblaciones ribereñas de Entrepeñas y Buendía, los grandes embalses de la cabecera del río Tajo, han puesto el grito en el cielo al aprobarse el último trasvase de 20 hectómetros cúbicos de agua a la cuenca del Segura y reclaman por ello que se cambie la normativa, para asegurarles siempre la reserva de una 'mínima lámina' de 1.000 hectómetros para poder realizar futuros envíos de agua hacia tierras de Alicante y Murcia.

Por encima de las habituales confrontaciones políticas en torno al agua, la Asociación de Municipios Ribereños de los Embalses de Entrepeñas y Buendía ha puesto sobre el tapete un nuevo elemento de debate al citar sus intereses turísticos. El actual presidente de dicha asociación, el alcalde de Sacedón, Francisco Pérez Torrecilla (PSOE), ha dicho que el nivel de dichos pantanos está en solo el 16,41% de su capacidad, lo que «pone en peligro la subsistencia de la actividad turística» que se despliega alrededor.

Aunque de vez en cuando también surgen reclamaciones de agua para asegurar el abastecimiento de algún pueblo ribereño, y también para el regadío de determinadas áreas de la comarca, no se trata en estos casos de grandes demandas que pongan en entredicho el trasvase o que dependan de que éste se realice. Lo que de verdad preocupa en aquella comarca del Tajo es el mantenimiento de lo que denominan las 'láminas' de agua para garantizar que sigan ejerciendo de reclamos turísticos, sobre todo para usuarios que llegan de Madrid, que es hoy en día la principal fuente de riqueza de los pueblos de la zona.

Junto a los embalses han florecido en las últimas décadas clubs náuticos, urbanizaciones, hoteles, restaurantes, hospedajes rurales, empresas de venta y mantenimiento de embarcaciones, grupos de aventura turística... Todo un conglomerado de actividades que dependen de que haya afluencia de público y que descansan sobre el atractivo esencial de que haya agua en los embalses.