Francisco Reyes Prieto
Martes, 25 de agosto 2015, 00:50
Tras los decretos municipales que han clausurado la actividad de un par de discotecas en la ciudad, sobre todo por incumplimiento de las normativas de seguridad y también el horario, el Consistorio ha decidido dar ejemplo, según dio a conocer el alcalde, José Manuel Dolón. Los actos que se celebren en el recinto de las Eras de la Sal que cuenten con actuaciones musicales deberán finalizar como máximo a la 1.30 horas de la madrugada. Esta decisión se adoptó por unanimidad en la última Junta de Gobierno Local y entró en vigor ayer.
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El alcalde señaló que «se ha de predicar con el ejemplo» a la hora de cumplir con los horarios de las actividades, y añadió que «hay gente que se queja del ruido en locales de propiedad municipal como las Eras de la Sal», por ese motivo pidió un informe técnico. En consecuencia ha enviado un oficio a la Policía Local en el que se hace constar dicha circunstancia y en el que pide que se atienda a los vecinos si a partir de la hora establecida hay una queja, «que se personen en las Eras para que se pare la música y se den treinta minutos para retirar los equipos».
El oficio ya está en el tablón de anuncios de la Policía para que tenga conocimiento de ello toda la plantilla. Además, el primer edil ha pedido a todos los concejales que comuniquen a cualquier entidad que esté interesada en realizar actos musicales en las Eras de la Sal que han de acabar a la una y media de la madrugada.
La medida no afectará a la celebración del Certamen Internacional de Habaneras y Polifonía ya que Dolón aseguró que se dirigirá en persona a los vecinos «para pedirles que sean flexibles, por el carácter que tiene el concurso y les pediré disculpas».
Sobre los cierres de locales que han tenido lugar durante el pasado fin de semana, Dolón dijo que se trata de «decisiones del conjunto del gobierno. Aquí nadie está haciendo la guerra por su cuenta. Es una acción política común, unánime, negociada y hablada». El alcalde afirmó que Torrevieja lleva muchos años «sufriendo las consecuencias de una ineficaz política de control de la contaminación acústica con una especie de «gracia que ha permitido que se incumpla ampliamente la normativa. No se trata de que nos inventemos nada sino de aplicar lo que hay, no se va a perjudicar a nadie, ni se va contra los intereses de nadie».
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