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Luis Candela
Martes, 8 de septiembre 2015, 01:12
La historia del caso en el que unos empresarios se fueron a Turín (Italia) a por un préstamo de un millón de euros y regresaron con una maleta con esa cantidad pero en billetes falsos de 500 euros con publicidad de una pizzería no se la cree ni el tribunal que ha enjuiciado a los acusados. De ahí que, tras varias sesiones de un juicio que quedó visto para sentencia poco antes de las vacaciones de agosto, han resuelto absolver a los presuntos estafadores.
La Audiencia Provincial sentó en el banquillo de los acusados a cinco personas por su relación con la adquisición del préstamo que fue entregado en billetes falsos, concretamente con fajos de 500 euros que en realidad eran panfletos de publicidad de una pizzería, por un presunto falso prestamista italiano. El Ministerio Público pedía tres años de prisión y una multa de 2.880 euros por un delito de estafa.
Según recogía el escrito del representante del fiscal, uno de los perjudicados se dirigió a Turín con los acusados. Estos últimos tenían conocimiento de que la víctima y otro empresario de la construcción tenían problemas económicos, por lo que les ofrecieron la posibilidad de solicitar un crédito por un millón de euros con un prestamista italiano. Este último finalmente le entregó a la víctima el maletín, pero le dio el 'cambiazo' con el dinero ficticio.
A cambio, el empresario engañado puso 125.000 euros en metálico destinados supuestamente a formalizar un seguro sobre el préstamo. Los ahora absueltos, dos de los cuales están defendidos por Santiago Talavera y Moisés Candela, aseguraron al tribunal sentirse igualmente estafados y que ninguno de ellos se quedó con el dinero, sino que lo tenía el prestamista italiano.
Cuando las supuestas víctimas regresaban de Italia, la policía francesa los cazó con cheques por valor de 90.000 euros de los que no pudieron justificar su procedencia y con los billetes falsos. En lugar de denunciar el cambiazo, los perjudicados señalaron que se trataba de una broma. Por ello, el tribunal concluye que la historia es en realidad «una invención para poder justificar lo descubierto por los gendarmes», ya que viajaban con el dinero falso.
El tribunal de la Sección Tercera tilda la situación de «rocambolesca» y poco creíble, al igual que las declaraciones de los implicados en el extraño asunto.
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