La economía se mueve

El pasado jueves tuve la oportunidad de pasar por uno de los centros comerciales de la ciudad, en concreto por el que está alojado donde habitaba el mítico y originario Pryca. Y que tanto daño hizo, en su momento, su desaparición en la zona. Último jueves de mes y descuentos adicionales en las diferentes tiendas del centro. Tampoco es que fueran escandalosos, pero su efecto hace. Las colas en algunas tiendas eran de las que se te quitan las ganas de entrar. Y mucha, mucha gente consumiendo, bolsas en mano y buscando aquello que se adaptara más a sus necesidades. O simplemente yendo de compras porque había descuentos, se necesitase o no.

Pero es que vas por el centro comercial de Gran Vía y desde la llegada de los irlandeses de Primark con su ropa a bajo precio y no con sus famosas pintas, el tránsito de gente ha crecido de manera evidente. Con lo que ello repercute en los establecimientos del complejo. Una alta competencia para sus vecinos de Plaza Mar, quienes se habían hecho con el control del comercio de la zona cuando Gran Vía se parecía más al Preventorio de Aigües en la actualidad que a un centro comercial.

Tras la notoria recuperación del primero de nuestros centros comerciales y la persistente supremacía del ubicado en la Goteta, dejando aparte las grandes superficies que circulan solas, el patito feo sigue siendo el de Puerta de Alicante. A pesar del nombre, parece alejado de todo y de todos. Y teniendo al lado un establecimiento de los dueños del mundo. No sé qué tienen pero todos acabamos comprando en el supermercado de los hermanos Roig. Fíjense si tienen influencia y poder que hasta tener un centro suyo cerca es un punto decisivo para la compra de una vivienda.

En general, y a pesar de todo y de todos, parece que la economía se mueve. Y es que el movimiento se demuestra andando. Siempre que no se pongan barreras en el camino. Ya me entienden ustedes.