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BORJA ROBERT
Jueves, 8 de octubre 2015, 01:42
Para proliferar, a la vida no le basta con reproducirse. Necesita ser capaz de reparar los errores que comete cuando se replica. Un proceso tan complejo que simultáneamente evita la aparición tumores, ayuda al cáncer a propagarse y puede ser una potente herramienta terapéutica contra esta enfermedad. Por eso, los descubridores de los cuatro principales mecanismos que utilizan las células para corregir los defectos de su ADN recibieron ayer el premio Nobel de Química de 2015.
El sueco Tomas Lindahl, el estadounidense Paul Modrich y el turco Aziz Sancar compartirán el galardón más prestigioso de la química por ser, como ha valorado la Academia de las Ciencias de Suecia, los padres fundadores de «los estudios mecanicistas de la reparación del ADN», uno de los campos más amplios y prometedores de la biología molecular. Sus investigaciones, realizadas de forma independiente, desvelaron las principales estrategias de las células para reducir la cantidad de errores que producen al replicarse. Y, además, que estas están presentes en todos los seres vivos. En bacterias, árboles o personas.
Cada célula del cuerpo humano guarda en su genoma toda la información necesaria para crear a una persona completa. Y cuando se divide -algo que ocurre de forma natural-, tiene que copiar los más de 3.000 millones de ladrillos que componen su ADN. «Y aunque es un proceso muy eficiente, la maquinaria a veces comete errores», aseguraron desde la Academia de las Ciencias de Suecia. «Y si tenemos en cuenta el número de células en un cuerpo humano, del orden de decenas de trillones, es inevitable que se acumulen errores a lo largo de una vida». La mayoría los eliminan los mecanismos descubiertos por los tres galardonados. De los que quedan, algunos no tienen consecuencias y otros causan enfermedades graves.
«Los daños en el ADN pueden provocar toda clase de enfermedades. Cáncer, trastornos neurodegenerativos y otras dolencias relacionadas con el envejecimiento», recalcaron desde la Academia. «Aunque, por otro lado, sin estos errores y mutaciones no habría podido darse ninguna evolución de las especies». Los mecanismos desvelados por Lindhal, Modrich y Sancar limitan estos daños, y en ocasiones -cuando un cáncer ya ha empezado a crecer- los fomentan.
«Creo que durante muchos años este campo de investigación no ha recibido la atención que se merecía», aseguró Paul Modrich pocas horas después de recibir la noticia de su premio Nobel, que recogerá en diciembre en Estocolmo. «Pero ahora ya está claro que es fundamental para controlar la producción de mutaciones tanto en un sentido positivo como negativo». Por como funcionan estos mecanismos, pueden servir para evitar la aparición de tumores o para fomentar su proliferación una vez que están activos.
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