A. BURGOS
Sábado, 10 de octubre 2015, 00:47
El corazón de Andrea dejó de latir ayer al mediodía, cuando la pequeña, de 12 años, estaba rodeada de su seres queridos. Su organismo, debilitado por la enfermedad neurodegenerativa e irreversible que padecía, acabó por apagarse después de que el lunes, tras poner el caso en manos de la Justicia, los facultativos que la atendían en el Centro Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS) le retiraron la sonda por la que era alimentada y la sometieron a sedación.
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Sus padres, Antonio Lago y Estela Ordóñez, que lucharon hasta el final para que su hija pudiese tener una muerte digna, informaron ayer de su fallecimiento a través de un comunicado difundido por el abogado de la familia. En la nota aseguran que la niña «se ha ido en paz, con tranquilidad y sin sufrir». Según afirman, era lo que «todos deseábamos y como ella misma hubiese querido».
La tremenda enfermedad que socavaba la salud de la pequeña desde los ocho meses le impedía comunicarse de manera verbal, caminar o mover las extremidades. «Para nosotros Andrea, tal y como la conocíamos, comenzó a írsenos cuando ingresamos en urgencias el 9 de junio», expresa la nota de los padres, naturales de la localidad de Noia (La Coruña), que afirman que «su recuerdo vivirá para siempre en nuestros corazones».
La pareja aprovecha para agradecer el apoyo «de quienes estos días tan difíciles» han estado a su lado. «Sin vuestra ayuda este final hubiese sido, sin duda, aún más duro», manifiestan dirigiéndose a los facultativos, los funcionarios del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 6 de Santiago de Compostela y a los medios de comunicación; «a todos vosotros, en estos momentos de intenso dolor, nuestra más sincera gratitud».
«Deseamos despedirnos de Andrea en familia», concluye el comunicado. Por ello, los padres, a la vez que agradecen «de antemano el respeto» a su duelo, y para evitar que el sepelio se convierta en un acontecimiento mediático, tienen un deseo final: «Que permitáis que este último adiós podamos realizarlo en la más estricta intimidad en compañía de nuestros allegados y seres queridos».
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El juez encargado del caso, Roberto Soto, fue informado de inmediato del óbito de la pequeña y emitió una resolución en la que lamenta la muerte de Andrea y ordena el archivo de las diligencias. El instructor tiene palabras de elogio para la «entereza» de los padres y para la «profesionalidad y absoluta colaboración» del pediatra que atendía a la niña y el responsable del Servicio de Pediatría del CHUS.
En su escrito, Roberto Soto repasa lo ocurrido después de que el viernes día 2 se encargó del asunto para tratar de buscar una salida ante la petición de los progenitores para desconectar el soporte vital de la niña -recibía líquidos y nutrientes a través de una sonda conectada al estómago, ya que no podía tragar- y la negativa de los pediatras.
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«Estado terminal»
Los padres de Andrea, amparados por el dictamen emitido el 14 de septiembre por el Comité de Ética Asistencial, reclamaban que su hija pudiera tener una muerte diga, sin sufrimiento. Sin embargo, el centro sanitario se oponía a la medida, circunstancia por lo que la pareja decidió hacer pública la situación de su hija. El CHUS se acogía a una resolución judicial de fecha 28 de junio sobre el tratamiento que dar a la paciente.
El juez destaca ahora en su escrito de archivo de las diligencias que las conclusiones emitidas por el Instituto de Medicina Legal de Galicia sobre el caso de Andrea eran «claras» al afirmar que la niña se encontraba en «una situación de estado terminal» en la que padecía dolor. El organismo indicaba que las medidas de soporte vital «conducen a una prolongación del estado terminal». Con todo ello añadía: «A nuestro entender, mantienen la vida de una forma penosa, gravosa y artificial».
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Unos argumentos empleados por el instructor para asegurar que ese criterio se correspondía «de manera coherente» con el «plan de limitación de esfuerzo terapéutico consensuado finalmente entre el Servicio de Pediatría y los dos progenitores de la menor y con las previas conclusiones del Comité de Ética Asistencial».
El lunes pasado por la tarde, cuando el juez estaba reunido con los padres, los médicos comunicaban una «flexibilización» en el tratamiento que recibía Andrea, a la que se le retiraba la nutrición y se le dejaba una mínima hidratación para que se le pudieran administrar sedantes.
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