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José C. Martínez
Lunes, 12 de octubre 2015, 00:33
El Papa Francisco hizo realidad el pasado martes el sueño más anhelado por un matrimonio ilicitano. Ángel Candela y Margarita Verdú, de 75 y 73 años, respectivamente, fueron recibidos en persona por el Santo Padre en el Vaticano con motivo de la celebración de las bodas de oro de la pareja.
Ángel, de profundas convicciones religiosas, no dudó en escribir en febrero una carta a Su Santidad, en la que le expresaba la ilusión que tanto a él como a su esposa les haría que Francisco pudiese ofrecerles su bendición coincidiendo con tan señalado momento en sus vidas. La efemérides se cumplía, exactamente, el 11 de mayo. Sin embargo, problemas de salud de Ángel impidieron que él y su mujer pudiesen festejar esos primeros 50 años juntos tal y como lo habían planeado.
Una vez recuperado, y tras no haber obtenido respuesta del Papa a su primera misiva, este ilicitano se animó a dirigirse de nuevo a Su Santidad. Si en el primer escrito le hacía partícipe de su deseo de viajar con toda su extensa familia para intentar ser recibido por Francisco, en este segundo le insistía en lo mucho que para él representaría la bendición papal por esas bodas de oro.
Se da la circunstancia de que Ángel y Margarita ya contaban con ella con ocasión de sus bodas de plata, otorgada entonces por Juan Pablo II. Y los padres de Ángel también la obtuvieron de Pío XII en el año 1956, según le relataba el propio afectado al Papa Francisco en sus textos.
Cuando la pareja, que tiene seis hijos y once nietos, ya albergaba escasas esperanzas acerca de recibir noticias desde el Vaticano, llegó la sorpresa monumental. La Santa Sede envió un escrito a Ángel Candela, en el que respondía a la solicitud del 11 de febrero. En concreto, la institución eclesiástica le expresaba «el vivo reconocimiento de Su Santidad por los devotos sentimientos manifestados» y le comunicaba que Francisco solo podría verle a él y a su esposa, no a toda la familia, como en un principio era la pretensión.
Y así ocurrió. El Papa emplazó al matrimonio ilicitano a asistir a la misa matutina de la capilla de Santa Marta, donde debían estar presentes el 6 de octubre a las 7 de la mañana. Una treintena de privilegiados, entre los que se encontraban Ángel y Margarita, gozaron de la oportunidad de asistir a esa íntima celebración eucarística oficiada por el propio Francisco. Al término de la misa, la pareja ilicitana pudo saludar personalmente a Su Santidad, quien les trasladó sus mejores deseos.
Era el colofón al año de conmemoración de las bodas de oro de Ángel y Margarita, quienes viajaron al Vaticano acompañados de dos de sus hijas, María y Teresa. El matrimonio, que regresó a Elche el pasado viernes, no cabe en sí de felicidad tras haber visto cumplido su anhelo y haber superado un año delicado por diferentes contratiempos personales.
A través de Ángel, el Papa ha podido conocer, además, la devoción de los ilicitanos por el Domingo de Ramos (Elche envía cada año su palma blanca al Santo Padre), el Misteri, el Palmeral o la Virgen de la Asunción. De todo ello le hablaba este vecino de Elche en su carta de febrero de 2015.
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