
Luis Candela
Miércoles, 21 de octubre 2015, 01:34
Los primeros testimonios han tumbado la versión ofrecida por el hombre que acabó con la vida de la exconcejal de Lorca Alicia Zambrana. Con el relato ofrecido el lunes al jurado de la Audiencia Provincial de Alicante, Khuram Riaz, paquistaní de 30 años de edad, se reconoció autor del golpe con un taburete con el que mató a la mujer de 59 años, pero alegó que actuó así en defensa propia porque la víctima le lanzó dos cuchilladas en el transcurso de una pelea. Los investigadores de la Guardia Civil hallaron pruebas que evidenciaban un panorama bien distinto.
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Según concluyeron los agentes, la fallecida se encontraba tumbada en el sofá del apartamento de El Campello en el que residía, donde su hermana la halló tendida el 14 de febrero de 2014. Los investigadores sostienen incluso que la antigua edil podría encontrase dormida en el momento de la agresión. «La mujer vestía una bata y pijama, así como zapatillas de estar por casa, y un radiador apuntando a su posición», explicó uno de los instructores del caso para justificar las teorías que plasmaron en el atestado policial.
Asimismo, en el apartamento no se encontraron signos de que unas horas antes se hubiese producido una pelea, como narró el acusado en la primera sesión del juicio. De igual modo, el suelo del salón carecía de manchas de sangre propias del golpe que recibió la víctima en la cara si se hubiera encontrado de pie blandiendo un cuchillo, objeto que apareció en su sitio en la casa.
Esta línea de investigación avalaría la tesis del asesinato porque Zambrana recibió el fuerte golpe de improviso y sin posibilidad de defensa, como mantiene el Ministerio Público y la acusación particular que ejerce el letrado de dos de los hijos de la víctima.
Además, el estrecho círculo de la mujer que conocía que compartía sus días con el acusado desmontó otra de sus coartadas del principal móvil del crimen. Las acusaciones aseguran que Khuram estalló ante la negativa de Zambrana a casarse con él para regularizar su situación en el país. Él lo negó, incluso señaló que ambos estaban conformes. La hermana de la víctima trasladó al tribunal que eso no era así.
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«Se encontraba nerviosa porque él se quería casar y ella no», dijo la hermana, que vivía a escasos dos pisos en el edificio del número 3 de la calle Jacinto Benavente de El Campello y tuvo que pasar por el trance de hallar el cadáver. «Me comentó lo de la boda, pero no quería», manifestó una amiga de Alicia Zambrana. «Eso la agobiaba», añadió, «él quería que fueran a Barcelona a un evento familiar».
Estas dos testigos llegaron a hablar con la víctima hasta pocas horas antes de que el reo le diera un golpe mortal en el mentón con el taburete. A su hermana la llamó en torno a las once de la noche para decirle que «todo está bien», según dijo la allegada, quien no la encontró nerviosa o ebria. Con la amiga, en cambio, intercambió mensajes en un chat de internet con otros conocidos esa misma noche.
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La hermana de Alicia acudió con el presidente de la comunidad para poder abrir su puerta la tarde siguiente, pues habían quedado para comer y no acudía. Se la encontró tendida y confió en que se encontrase durmiendo la siesta, hasta que se topó con la trágica realidad.
Los miembros del jurado atenderán hoy a las explicaciones más técnicas por boca de los expertos forenses, así como de los agentes de Criminalística de la Guardia Civil que practicaron un examen más exhaustivo del escenario del crimen.
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