![«No he traicionado al Papa y no sé nada de 'cuervos'»](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/pre2017/multimedia/noticias/201511/04/media/cortadas/907s14474_xoptimizadax--575x331.jpg)
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DARÍO MENOR
Miércoles, 4 de noviembre 2015, 01:38
«No soy un 'cuervo', no he traicionado al Papa ni le he dado nunca un papel a nadie». Con esas palabras se defiende de las acusaciones de haber filtrado documentos confidenciales Francesca Chaouqui, la laica italiana arrestada este fin de semana por el Vaticano y luego puesta en libertad cautelar. Interrogada ayer por segunda vez, la joven italo-marroquí le echa la culpa de todo a su supuesto cómplice, el sacerdote español que trabajaba en la Curia romana Lucio Vallejo Balda, quien sigue en una celda y al que le pueden caer hasta ocho años de cárcel. «Es el monseñor el que ha intentado meterme en este lío, está la cosa muy fea», asegura Chaouqui en una entrevista publicada en el Corriere della Sera. «El monseñor la tomó conmigo, yo no tengo nada que ver».
Aunque ahora trata de distanciarse de él, esta licenciada en Derecho de 33 años y que trabaja como relaciones públicas, le debe la fama y la cercanía temporal al Papa al sacerdote español. Del riojano llegó a decir que era el «mejor ecónomo que la Iglesia haya tenido en todo el mundo». Fue Vallejo quien la eligió para formar parte de la comisión encargada de estudiar la reorganización de la estructura económica y administrativa de la Santa Sede. De hecho, su nombramiento en julio de 2013 en este grupo de trabajo fue una sorpresa en la Curia. Era la única mujer y no contaba con apenas experiencia en este campo. «Me han elegido porque soy buena», se justificó entonces con desparpajo. A partir de ahí, Vallejo y Chaouqui coincidieron en varios actos públicos en el Vaticano y el sacerdote incluso acudió a verla a una representación teatral en la que actuaba la joven. Su amistad alimentó no pocos rumores en Roma.
El motivo por el que, según Chaouqui, el monseñor español habría realizado las filtraciones está muy lejos del escenario presentado por uno de los libros que recogen los documentos, el que firma el periodista Gianluigi Nuzzi. Éstre asegura que las fuentes le entregaron los papeles para ayudar al Papa en su reforma de la Iglesia y sacar así a la luz los nombres de sus enemigos. En cambio, la joven cuenta que el ambiente de «cuchillos largos» en el que se habría metido Vallejo se explica por la frustración provocada al no alcanzar ninguno de los dos cargos para los que su nombre sonó con fuerza. «El monseñor primero esperaba ser secretario de la Secretaría para la Economía y luego ser nombrado auditor general de la Santa Sede», sostiene Chaouqui.
El sacerdote de la diócesis de Astorga se quedó con la miel en los labios por varias meteduras de pata y le tocó ponerse a las órdenes de Libero Milone, en la oficina que audita las cuentas del Vaticano. Milone denunció recientemente que alguien había entrado en su ordenador y le había robado documentos secretos sobre las finanzas de la Santa Sede. Vallejo atrajo todas las miradas de la Gendarmería: trabajaba en la misma oficina de Milone y formó parte de la comisión sobre la reorganización de la estructura vaticana, de la que ya se habían filtrado varios informes. La propia Chaouqui relaciona ambos episodios: «Esto es sólo la punta del iceberg. Está también la historia del ordenador violado de Milone».
La joven trata ahora de salvar el pellejo presentándose como una víctima y asegurando que ofrece su «completa colaboración» a Domenico Giani, comandante de la Gendarmería, pero también guarda unos cuantos esqueletos en el armario. En su caso sobreviven en Twitter, donde Chaouqui escribió mensajes en los que aseguraba que Paolo Gabriele, el antiguo mayordomo de Benedicto XVI, no era el 'cuervo' que filtró a la prensa los documentos que salieron a la luz en 2012. La Justicia vaticana, en cambio, lo consideró culpable. «Las cartas continuarán saliendo», vaticinó en aquellos meses, «y sacrificar a Paolo no habrá servido para nada».
'Tuits' comprometedores
En otros 'tuits' acusó al entonces secretario de Estado, el todopoderoso cardenal Tarcisio Bertone, de ser un «corrupto» e incluso se hizo eco de un rumor luego desmentido por los hechos sobre la supuesta leucemia que sufría Benedicto XVI. Cuando fue nombrada miembro de la citada comisión para reformar la Curia, algunos periodistas recordaron los antiguos mensajes en Twitter de Chaouqui, quien se defendió de una manera tan poco creíble como habitual en estos casos: denunció que alguien había estado utilizando su cuenta de forma fraudulenta para hacerle daño.
En otro antológico borrón en su expediente, la joven aireó su amistad con Nuzzi, quien utilizó los documentos que le filtró Gabriele para escribir el libro 'Su Santidad', con el que provocó un terremoto que el propio portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, bautizó como 'Vatileaks'. A Nuzzi, considerado un enemigo público por el Vaticano, Chaouqui le escribió por Twitter que tenía «jodidamente razón» cuando promocionaba su libro en mayo de 2012. La joven, que según algunos medios podría estar embarazada de pocos meses, sostiene ahora que «no hay nada que ame y defienda más que a la Iglesia y el Papa. Ni siquiera mi propia dignidad», dice en un mensaje colgado en Facebook.
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