Urgente Tormentas de lluvia y granizo descargan sobre Valencia: Previsión de Aemet para las próximas horas
El exconseller de Cooperación, Rafael Blasco, ayer en el TSJ.

La fugaz salida de la cárcel de Blasco

Reaparece en sociedad seis meses después de su ingreso en Picassent

M. HORTELANO

Sábado, 5 de diciembre 2015, 00:32

Llegó al Tribunal Superior de Justicia (TSJCV) en furgón policial directo desde la prisión de Picassent, pero cualquiera que no siga la actualidad judicial, podría haber confundido las instantáneas de ayer del exconseller de Cooperación, Rafael Blasco, con las muchas que se tomó como alto cargo de la Generalitat. Su aspecto, impecable, incluso con algún kilo de más, deja una buena estampa de sus primeros seis meses en prisión, donde cumple una condena de seis años y medio por el caso Cooperación.

Publicidad

Blasco atravesó las puertas del Palacio de Justicia a las once de la mañana. Media hora después estaba prevista su declaración como testigo en el juicio de la pieza de Fitur que se celebra en la misma sala en la que hace poco menos de un año él mismo ocupaba el banquillo. Una sala en la que resultó condenado a más de ocho años de cárcel (aunque el Supremo le rebajó la pena) por un tribunal en el que ayer también se repetían caras. Aunque hasta su reaparición en sociedad tuvo que esperar más de dos horas, custodiado en todo momento por dos policías, debido a un fallo informático que retrasó el testimonio del testigo anterior.

A las 13.33 hizo su entrada en la sala.En un silencio casi sepulcral. La expectación por ver al exconseller en su primera salida de la cárcel en seis meses era absoluta. Traje azul marino, camisa blanca y corbata azul cielo. Exactamente el mismo atuendo que lució durante su declaración como acusado del juicio de la trama Cooperación que lo envió directamente a prisión. También el mismo reloj metálico y unos zapatos negros brillantísimos. Una imagen impecable de alguien que ha pasado el último medio año fuera de foco.

La presidenta del TSJ y del tribunal que juzga ahora Fitur abrió la declaración. «¿Puede decir su nombre?», dijo de manera protocolaria. «Rafael Blasco Castany», respondió él. Y eso que el exconseller no era ayer un desconocido para nadie en la sala. Aunque algunos trataron de hacer ver que sí lo era. La exconsellera de Turismo Milagrosa Martínez apenas acertó a levantar la mirada para buscar la de su entonces compañero de Gobierno. Más serena se mostró la otra exconsellera, Angélica Such, que siguió con templanza la declaración.

Y Blasco se mostró igual de locuaz que siempre aunque no con demasiada solvencia. Respondió a todas las preguntas y se ratificó en lo que ya había pronunciado en instrucción. Al fin y al cabo acudía como simple testigo en una pieza en la que poco le compete. «No he llevado nunca el tema de tramitación administrativa», dijo. Pero, en su papel de ayer no primaba la trascedencia judicial, sino la curiosidad por analizar su estado tras medio año de condena. En ningún momento apareció esposado, ni al entra ni al salir de la sala. De hecho, cuando finalizó su declaración, de apenas veinte minutos, abandonó el edificio junto a los dos policías y subió solo en el furgón para volver al centro penitenciario. Eso sí, antes se despidió con un adiós con la mano de quienes ocupaban el banquillo. Y ahí Milagrosa no pudo seguir mirando al suelo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€

Publicidad