Urgente La Primitiva de este lunes deja tres premios de 35.758,38 euros

El primer Año Santo de Francisco

Abre la Puerta Santa en su estreno en el Jubileo durante un acto que volvió a sacar de su retiro al Papa emérito Benedicto XVI

DARÍO MENOR

Miércoles, 9 de diciembre 2015, 01:01

Jorge Mario Bergoglio celebró ayer sus primeros mil días como obispo de Roma abriendo la Puerta Santa de la basílica de San Pedro y dando así comienzo al Jubileo extraordinario de la Misericordia. Francisco estuvo acompañado por el Papa emérito, Benedicto XVI, quien abandonó durante unas horas su retiro en el antiguo monasterio vaticano Mater Ecclesiae, donde vive tras renunciar al pontificado, para participar en la misa con la que inicia este Año Santo, el primero del pontificado. Acompañado por su fiel secretario, el arzobispo George Gänswein, Joseph Ratzinger fue el segundo en cruzar el umbral de la Puerta Santa después de Bergoglio. A continuación lo hizo una procesión de cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y monjas, hasta que les tocó el turno a los miles de laicos que esperaron durante horas.

Publicidad

El ambiente en el Vaticano era el de las grandes ocasiones, con estrictos controles de seguridad, hospitales de campo instalados en las calles aledañas a la Vía de la Conciliazione, y cientos de personas esperando desde el alba para entrar los primeros en la plaza y coger el mejor sitio. Incluso se montó la habitual estructura en la plaza Pío XII para dar cabida a los periodistas que tenían que informar de este evento por las televisiones. La última vez que se vio un despliegue similar fue en la canonización de Juan Pablo II y de Juan XXIII, en abril de 2014. Pese a todo el follón, la presencia de los fieles fue menor de lo esperado. La plaza de San Pedro ni siquiera se llenó durante la misa presidida por Francisco, en la que participaron alrededor de 50.000 personas. Lejos quedan aquellas previsiones de que en el Jubileo iban a llegar a Roma hasta 30 millones de peregrinos y que en la apertura del evento no se podría ni caminar por los alrededores del Vaticano.

Temor a atentados

Los recientes atentados de París tienen la culpa de que el inicio del Año Santo en Roma no haya convocado a las masas que suelen seguir siempre a Francisco. Ni los 2.000 agentes desplegados en la zona, ni los cacheos, ni los detectores de metales consiguieron quitarle el miedo a los fieles. Muchos prefirieron seguir el evento desde casa y cancelar las reservas que habían hecho en los hoteles de la capital, como lamentan las asociaciones del sector. Era demasiado grande el temor a que los terroristas del Estado Islámico aprovecharan la aglomeración y la atención mediática del inicio del Jubileo para cometer un atentado. Tampoco acompañaba el tiempo: gris, frío y con lluvias pasajeras. Pese a ellos, los feligreses que participaron en la ceremonia estaban encantados por haberla vivido en primera persona y aseguraban que el dispositivo de seguridad había funcionado a la perfección. Algunos comentaban divertidos lo que le costó a Bergoglio abrir la Puerta Santa, pues tuvo que empujar varias veces para conseguir que cedieran los goznes. También recordaban el abrazo que se dieron Francisco y Benedicto XVI en el atrio de la basílica.

El Jubileo tuvo como aperitivo la apertura de la Puerta Santa de la catedral de Bangui el 29 de noviembre. Con aquel gesto durante su visita a la República Centroafricana, el Papa trató de impulsar la reconciliación en este país que vive una guerra civil desde hace tres años. En su homilía de ayer, Bergoglio explicó el significado de cruzar la Puerta Santa, tanto en la basílica de San Pedro como en las miles de catedrales, santuarios e iglesias que se han sumado al Año Santo en todo el orbe católico. «Entrar por la puerta significa descubrir la profundidad de la misericordia del Padre, que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno», dijo, deseando que durante el Jubileo los creyentes antepongan «la misericordia al juicio». Tras la misa, Francisco dirigió el rezo del Ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico. Por la tarde acudió a la plaza Mignanelli para rendir homenaje a la Inmaculada frente a la sede de la Embajada de España.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€

Publicidad