DANIEL ROLDÁN
Viernes, 11 de diciembre 2015, 00:51
Los premios Nobel se entregan en la península escandinava. Oslo, primero, y Estocolmo después, se engalanan para recibir a los ilustres invitados y homenajear a las personas o instituciones que dedican su vida a intentar que este planeta sea mejor. Pero este año, los galardones más importantes del planeta 'olían' a humus, falafel y salitre; a pólvora y destrucción; a esperanza y jazmín. A esos olores que dominan el Mediterráneo, convertido en un mar de dudas, guerras y donde una pequeña luz brilla. Ese Túnez que recibió en Oslo su reconocimiento por el diálogo que ha convertido el país en una esperanza para todo el mundo árabe. Una frágil democracia, sí, pero democracia al fin y al cabo que el Cuarteto del Diálogo Nacional Tunecino -formado por el sindicato UGTT, la patronal Utica, la Liga Tunecina de los Derechos Humanos (LTDH) y la Orden Nacional de Abogados- quiere que se intente en Libia y Siria, dos países en destrucción y de los que están salen miles de personas que intentan llegar al norte del Mediterráneo huyendo de la guerra y de un futuro mejor.
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Medicina
William Campbell
Irlanda
Satoshi Omura
Japón
Tu Youyou
China
Por sus investigaciones para encontrar soluciones a enfermedades parasitarias como la malaria.
Física
Takaaki Kajita
Japón
Arthur B. McDonald
Canadá
Por el «histórico» descubrimiento de que los neutrinos tienen masa, aunque sea muy débil.
Química
Tomas Lindahl
Suecia
Paul Modrich
Estados Unidos
Aziz Sancarbre
Turquía
Por desvelar «los estudios mecanicistas de la reparación del ADN», según la Fundación Nobel.
Economía
Angus Deaton
Gran Bretaña-EE UU
Por sus estudios para comprender el consumo, la pobreza y el bienestar social.
Literatura
Svetlana Alexiévich
Bielorrusia
«Por sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y coraje en nuestro tiempo».
Paz
Cuarteto de Diálogo Nacional de Túnez
«Por su contribución a la creación de una democracia plural».
Pero Europa no cumple con las expectativas de ayuda. Solo 184 refugiados de los 160.000 previstos han sido reubicados. Los últimos 24, en Finlandia. Ante esta rigidez, el presidente de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin, hizo un llamamiento a que Europa actúe. En su discurso en la capital sueca, se mostró convencido de que su compatriota estaría enojado al comprobar que «el nacionalismo y la xenofobia» que cohabitaban en la sociedad europea de finales del siglo XIX todavía prevalecen en la Europa del siglo XXI. «Y con profundas consecuencias, como por ejemplo la incapacidad de las sociedades para ocuparse de la actual tragedia de los refugiados», exhortó Heldin ante los reyes Carlos Gustavo y Silvia, que presidieron la ceremonia. El máximo responsable de la institución recordó que Nobel era un defensor de los valores humanos fundamentales y que hubiera actuado «contra el radicalismo» de forma activa.
Heldin no estuvo solo en la petición de una sociedad más sensible. Per Wätsberg, encargado de presentar a la ganadora del Nobel de Literatura, aprovechó la obra descarnada de Svetlana Alexiévich sobre la sociedad soviética para pegarla a la realidad. «Sus historias sobre la tenacidad y el valor de los desamparados son más apropiados que nunca», indicó Wätsberg antes de que a la autora de 'La guerra no tiene rostro de mujer' recogiera de manos del monarca nórdico el certificado económico del premio (ocho millones de coronas suecas, unos 860.000 euros), el diploma y la medalla conmemorativa.
En el caso del Cuarteto tunecino, esa medalla se expondrá en el Museo Nacional del Bardo, donde un ataque del Estado Islámico dejó 25 muertos y más de 50 heridos el 18 de marzo de este año. Una lacra, la del terrorismo, que azota en cualquier lugar del mundo y que necesita la colaboración de todos los países. «Hoy estamos ante la necesidad imperiosa de hacer de la lucha contra el terrorismo una prioridad absoluta, que significa perseverancia sobre la coordinación y cooperación entre todos los países para agotar sus recursos», declaró Houcine Abassi, secretario general del sindicato UGTT. También denunció los «actos terroristas bárbaros y llenos de odio» perpetrados en los últimos meses en Túnez y en todo el mundo, de París a Beirut y de Sharm el Sheij (Egipto) a Bamako (Malí).
La presidenta del comité Nobel, Kaci Kullman Five, quien aludió también a estos ataques, consideró que necesitan una respuesta unida de la comunidad internacional. «Porque la amenaza es esencialmente la misma para todos, debemos unirnos para combatirla», dijo delante de las personalidades reunidas en el Ayuntamiento de Oslo, entre quienes se encontraba el rey Harald de Noruega. El Cuarteto recibió este prestigioso premio por haber contribuido a salvar la frágil democratización de Túnez en 2013, organizando un largo y difícil «diálogo nacional» entres islamistas del partido Ennahda y sus opositores.
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Abassi también apostó por la eliminación de las zonas de conflicto en el mundo, entre las que se encuentra la enquistada situación en Tierra santa. «Necesitamos acelerar la eliminación de los puntos calientes en todo el mundo, particularmente la resolución del tema palestino y permitir al pueblo palestino el derecho a la autodeterminación en su tierra y construir su Estado independiente», comentó el líder sindical tunecino.
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