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Pilar M. Maciá
Sábado, 12 de diciembre 2015, 00:35
Mariano Rajoy recaló ayer en la Comunitat por el sur, y durante apenas una hora permaneció en territorio alicantino, en la Glorieta de Orihuela, abarrotada para un acto de campaña que se hizo esperar ante las noticias que llegaban del posible ataque terrorista a la Embajada de España en Kabul que finalmente no fue tal, pero que acabó con la vida de un policía español. El Partido Popular de la provincia desembarcó en la plaza a primera hora de la tarde, a la espera de la comitiva de su líder nacional que no pudo completar la visita prevista al centro de la ciudad porque se le echó la hora encima y el principal acto estaba previsto en Murcia a las ocho, aunque se suspendió. Se habló de Orihuela, de la provincia, de la Comunitat y de España, con especial hincapié en temas de los que el PP ha hecho bandera, como el agua, o de los que son ahora buque insignia del gobierno de la Generalitat con el socialista Ximo Puig a la cabeza, como es el caso de la financiación autonómica.
A ambos se refirió el candidato del PP a la reelección. Mariano Rajoy aseguró conocer la problemática del agua, y afirmó que hará «lo que esté en mis manos, lo posible y también lo imposible, para resolver un asunto que lleva muchos años sin solución». Con respecto a la financiación indicó que su intención es poner en marcha un nuevo modelo, «distintos del que votaron los socialistas y del que ahora reniegan» y añadió que debe ser «justo, para que nadie tenga más ni menos de lo que le corresponde». La situación con la que los populares se encontraron el Gobierno hace cuatro años fue recurrente tanto para Rajoy como para García Margallo, y el trabajo realizado en una etapa que calificaron de «dura» fue su principal aval, «porque hoy decimos que lo peor ya pasó y nadie habla de rescate, ni de prima de riesgo ni de destrucción de puestos de trabajo».
Así Rajoy dijo, para quienes hablan ahora de cambio, que «el de verdad se produjo desde final del 2011, y hoy 1.400 españoles encuentran trabajo cada día», aunque admitió que queda mucho por hacer. «Vamos a mantener nuestro compromiso con la Comunitat Valenciana, a la que hemos ayudado a pagar a proveedores y sus vencimientos de deuda», indicó el presidente del Gobierno, quien añadió que se debe apostar por mejorar las infraestructuras, el acceso al aeropuerto o el Corredor Mediterráneo. Mariano Rajoy tomó nota también de las peticiones del alcalde de Orihuela, Emilio Bascuñana, quien pidió el apoyo del Gobierno en proyectos que necesitan Orihuela y la Vega Baja, como mejores comunicaciones o una parada del AVE, además de la declaración de Interés Turístico Nacional de los Moros y Cristianos y la ayuda a lograr el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad.
El presidente de los populares alicantinos, José Císcar, y la responsable autonómica Isabel Bonig fueron los más combativos con los gobiernos de distinto signo al suyo tanto en los ayuntamientos como en la Generalitat, sobre todo por el soporte dado por Ciudadanos a muchos de ellos. Con respecto al agua Císcar acusó al PSPV de no hablar ante las intenciones de Castilla La Mancha y García Page de derogar el Tajo-Segura, mientras que Bonig indicó que le han bastado cinco meses «para enfrentar a territorios y a agricultores». Por su parte, García Margallo afirmó que lo que quieren los alicantinos y las alicantinas es «agua, infraestructuras y una financiación más digna», y añadió que el PP deja «a España en pie» en relación a como se la encontraron.
Representantes populares de toda la Comunitat asistieron a un mitin en el que tampoco faltaron las críticas por parte de los miembros de la PAH que no dudaron en concentrarse en las inmediaciones.
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